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El Kremlin responde al Gobierno británico con la expulsión de cuatro diplomáticos

Rusia anuncia que interrumpe la colaboración con Reino Unido en la lucha antiterrorista

Pilar Bonet

Rusia anunció ayer la expulsión de cuatro diplomáticos británicos como respuesta a la medida análoga adoptada el lunes por Reino Unido, en el contencioso sobre la extradición de Andréi Lugovói, considerado el principal sospechoso del asesinato con polonio de Alexander Litvinenko, un ex espía exiliado en Londres que había adquirido la ciudadanía británica. Los representantes rusos calificaron de "simétrica" su reacción, pero fueron más allá que sus colegas del Foreign Office, ya que Moscú suspendió también la colaboración con Reino Unido en la lucha contra el terrorismo.

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"Estoy seguro de que también superaremos esta minicrisis", dijo el presidente ruso, Vladímir Putin, refiriéndose a las relaciones ruso-británicas desde la ciudad de Saransk, donde se encontraba.

Los representantes oficiales rusos no solicitarán visados para viajar a Reino Unido, y Rusia tampoco los expedirá a los funcionarios británicos mientras éstos no clarifiquen en qué consistirán las restricciones que Londres planea a los desplazamientos de los funcionarios estatales rusos, según manifestó el portavoz de Exteriores, Mijaíl Kaminin.

Según éste, las medidas anunciadas por Londres el pasado lunes "hacen imposible continuar la cooperación en la lucha contra el terrorismo". En otoño de 2005, Rusia y Reino Unido acordaron crear un grupo de trabajo para colaborar en este fin. Ayer, el vicepresidente del comité de seguridad de la Duma (Cámara baja del parlamento), Mijaíl Grishankov, expresó su esperanza de que el cese de la colaboración sea temporal. Consideró, sin embargo, que Rusia no puede trabajar con un país que repetidamente se ha negado a entregarle al magnate Borís Berezovski, acusado de estafa y de intento de derrocar al Gobierno, y al ex ministro de Exteriores de los separatistas chechenos, Ajmed Zakáiev, acusado de terrorismo. Tanto Berezovski como Zakáiev recibieron asilo político en Reino Unido.

La posición rusa fue transmitida ayer al embajador británico en Moscú, Tony Brenton, que fue convocado en el Ministerio de Exteriores y se entrevistó allí con el viceministro Alexandr Grushkó poco antes de que el portavoz anunciara la reacción rusa. Ésta ha tardado dos días en llegar, desde que el martes un viceministro adelantó que la respuesta sería adecuada y puntual.

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La agencia Interfax, citando fuentes anónimas de Exteriores, había indicado que Moscú consideraba una reacción asimétrica a la baja. Sin embargo, el cese de la colaboración en la lucha contra el terrorismo ha hecho subir el tono de la respuesta y hace pensar en la existencia de un debate interno sobre la envergadura de la misma.

"Moscú no buscó la desavenencia con Londres", señaló Kaminin, según el cual la reacción rusa no afectará a los intereses de los ciudadanos de a pie de ambos países, turistas, empresarios, periodistas y participantes en intercambios científicos y culturales. El portavoz afirmó que el Gobierno laborista británico no actúa con "el sentido común ni con el pragmatismo y respeto a la ley que caracterizan a los británicos". Pero dijo también estar convencido de que "al final el sentido común se impondrá y las relaciones ruso-británicas se liberarán de los lastres artificiales, como puedan ser "la coyuntura política en Gran Bretaña" o el "intento de jugar la carta rusa en la política europea o euroatlántica".

Los nombres de los expulsados no se han divulgado, pero según el canal de televisión NTV, podrían estar relacionados con el asunto del supuesto espionaje por medio de piedras huecas equipadas con alta tecnología, que fue denunciado por Moscú en enero de 2006. Los servicios de seguridad rusos mencionaron entonces cuatro implicados en aquella historia digna de las novelas más fantásticas, pero Putin se mostró a favor de dejar que los supuestos espías siguieran en Rusia, en lugar de expulsarlos y tener que detectar después a los nuevos que llegarían en su lugar.

La exhortación británica a alterar la Constitución rusa para poder extraditar a Lugovói ha causado gran irritación en Moscú, y los comentaristas oficiales por lo general se han explayado sobre el insulto que a su juicio esto supone, sin considerar la necesidad de esclarecer las circunstancias de la muerte de Litvinenko.

Miembro de una banda

El politólogo Glev Pavlovski, cercano al Kremlin, ha manifestado que Lugovói no debe presentarse "como una víctima inocente o como un héroe". Lugovói, dijo Pavlovski, "fue de hecho durante muchos años miembro de una banda delictiva en Londres, que se formó alrededor de Borís Berezovski". "Una persona como ésta no merece ni apoyo de la opinión pública ni ser defendido especialmente por la justicia rusa, y sólo las torpes acciones de Londres lo salvan de ser procesado en Rusia", señaló el politólogo, según la agencia Interfax.

Al ser preguntada por la crisis, la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, dijo ayer en Lisboa, donde asistió a la reunión del Cuarteto de Paz para Oriente Próximo, que Rusia debe cumplir con la petición de extradición realizada por Reino Unido para que este país pueda esclarecer "el terrible crimen que fue cometido en su territorio".

"Inglaterra tiene que investigar ese delito, y sin la extradición de los sospechosos que busca la policía es muy difícil que lo haga", dijo Rice, quien añadió que se trata de "una cuestión muy clara". "Se trata de hacer cumplir la ley y de que Rusia coopere con la justicia", zanjó.

El embajador británico Tony Brenton llega a la sede rusa de Exteriores.
El embajador británico Tony Brenton llega a la sede rusa de Exteriores.REUTERS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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