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Cumbre del G-8

Las relaciones entre Rusia y EE UU, en rumbo de colisión

Bush ha invitado a Putin a su casa familiar en Maine el próximo julio pese a las desavenencias

Antonio Caño

El Gobierno norteamericano ha prometido hacer todos los esfuerzos por evitar que la actual escalada verbal con Rusia desemboque en un conflicto mayor. Con ese fin, el presidente George Bush ha dado el paso sin precedentes de invitar a su homólogo ruso, Vladímir Putin, a pasar un fin de semana a principios de julio en la casa familiar de Kennebunkport (Maine). Ningún otro político extranjero ha estado allí antes. Pero ni siquiera ese gesto sirve para ocultar el hecho de que las relaciones entre Rusia y Estados Unidos han entrado en rumbo de colisión.

La causa principal de la tensión actual es, por supuesto, la diferencia de puntos de vista sobre el papel que cumple el escudo de misiles que Estados Unidos pretende instalar en la frontera este de Europa. Pero, junto a eso, la Administración norteamericana ha dado recientemente distintas muestras de firmeza respecto a Rusia en otras áreas difíciles, como los vecinos europeos, Irán, derechos humanos o democracia. "Mi impresión es que el mensaje que Bush tiene que transmitir a Putin es duro", opina Julianne Smith, directora del Programa Europa del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

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En el más detallado discurso sobre la materia pronunciado recientemente por un portavoz de la Administración, el secretario de Estado adjunto para Europa, Daniel Fried, afirmó a finales de mayo: "Queremos que Rusia sea un socio en el mundo y queremos que Rusia sea fuerte, pero fuerte en los términos del siglo XXI: con instituciones democráticas e independientes, con una poderosa sociedad civil, libertad de prensa, una oposición activa y una clase empresarial independiente".

Ayer mismo, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, criticó las amenazas hechas el lunes por Putin -"éste no es el mundo que conocemos, esto es 2007, no 1987", dijo- y advirtió que resultaban inaceptables para Estados Unidos porque cualquier acción de represalia contra Europa implicaría automáticamente a este país. "Todo el mundo reconoce que la seguridad de Estados Unidos y la seguridad de nuestros aliados europeos es indivisible, y esto tiene que ser recalcado", declaró Rice.

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La versión norteamericana es la de que la instalación de 10 interceptores de misiles en Polonia y un radar en la República Checa no tiene el propósito de intimidar a Rusia, sino de defender Europa de un eventual ataque por parte de países como Irán o Corea del Norte.

El portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack, exhortó ayer a Rusia a "rebajar la retórica", y expresó su "sorpresa" por el hecho de que Rusia no estuviera interesada también, como Estados Unidos, en la seguridad de Europa. "La realidad es que Europa, la Unión Europea, es el principal socio comercial de Rusia", recordó McCormack.

Pero Washington sigue observando a Rusia como una nación con ambiciones de controlar los antiguos países satélites de la Unión Soviética, que son precisamente los países donde Estados Unidos conserva más alto su prestigio y donde su implicación es también mayor.

Éste es claramente el mensaje que Bush ha querido transmitir con la simple elaboración del programa de su presente gira europea. Las visitas a la República Checa, Polonia, Albania y Bulgaria, además de Italia -fundamentalmente para ver al Papa- expresan claramente la voluntad de Estados Unidos de estar al lado de esos países en su tránsito desde el comunismo a la democracia. Un mensaje que, aparentemente, irrita a Moscú.

No es que éste sea el primer gesto en ese sentido. Cuando Bush visitó Rusia en 2005, hizo escalas en Letonia y Georgia, dos ex repúblicas soviéticas. Este mes, antes de recibir a Putin en Maine, recibirá en la Casa Blanca al presidente de Estonia, precisamente envuelto ahora en tensiones con Moscú.

Altos funcionarios norteamericanos han hablado últimamente en tono muy crítico sobre la persecución a los opositores, la limitación de la libertad de expresión y otras amenazas a la democracia en Rusia que Daniel Fried, un ex embajador en Polonia y experto en el este de Europa, ha calificado como "inconsistentes con el compromiso de Rusia de construir instituciones democráticas".

El escudo de misiles en Europa, una iniciativa de la Administración que, por cierto, no cuenta todavía con luz verde del Congreso, es ahora una batalla en la que Washington siente que existen pocas posibilidades de acuerdo con Moscú. "Hemos sido inagotables en nuestras gestiones para explicarles a los rusos este asunto; no sé qué más podemos hacer", dijo ayer Condoleezza Rice.

La cumbre de Kennebunkport debería de ser la gran oportunidad para superar esta situación de crisis. Pero Estados Unidos quiere que, antes de eso, Putin entienda las condiciones en las que estas relaciones tienen que desarrollarse: "Cooperar cuando podamos, discrepar cada vez que tengamos que hacerlo", según explicó recientemente el subsecretario de Estado adjunto para Europa, David Kramer. "Discreparemos cuando haya que hacerlo, en privado si es posible, pero en público si es necesario en defensa de nuestros valores, nuestros intereses nacionales y nuestros amigos".

Una unidad especial de la policía alemana opera cerca de un helicóptero ayer en la playa de Kuehlungsborn.
Una unidad especial de la policía alemana opera cerca de un helicóptero ayer en la playa de Kuehlungsborn.REUTERS

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