Titirimundi del dibujo histórico español

Liberada de las ataduras estatutarias, que le impedían hasta hace poco cualquier préstamo, la Hispanic Society ahora derrama con abundancia las joyas de su patrimonio, con especial e indisimulada generosidad hacia los proyectos y las instituciones de nuestro país, que de un tiempo a esta parte se benefician de ello. Tal es el caso de la colección de más de ochenta dibujos que en este momento se exhiben en el Museo del Prado, según la cuidada selección de Priscilla Muller, auxiliada en el empeño por José Manuel Mantilla, responsable del departamento de gráfica de nuestro museo. Diez de los ochenta y dos dibujos que forman parte de este conjunto pertenecen a Goya, lo cual hay que destacarlo de entrada, no sólo porque su cantidad y calidad forman, como quien dice, una exposición dentro de la exposición, sino porque coincide la muestra con la noticia de la adquisición por parte del Prado del maravilloso dibujo Toro mariposa, del genio aragonés, que completa más su ya importante colección de dibujos goyescos del llamado Álbum G, uno de los últimos que realizó el artista durante su periodo final en el exilio bordelés.

La selección de los dibujos de Goya es ciertamente impresionante, con ejemplos de los álbumes llamados de Madrid, C, D, F y H, lo que supone un recorrido a través de lo mejor de su trayectoria gráfica, pero, en este caso, con el aliciente complementario de que se exhiben ahora en nuestro país. Por lo demás, ¿cómo no festejar la presencia de alguno particularmente soberbio, el titulado Tuti li mundi, que nos recuerda la fisgona ansiedad de nuestra época por el voyeurismo, luego plasmada por una célebre fotografía de Cartier-Bresson, que ahora no podemos contemplar sin pensar en el precedente goyesco? Todo lo fascinante y sugestivo que se quiera -el catálogo de la muestra no en balde lo lleva en la portada-, tampoco me atrevería a afirmar que es el mejor, porque se acompaña de otros de mucha enjundia. Por otra parte, aun realzando como corresponde la presencia sobresaliente de este lote, tampoco me atrevería a decir que los restantes 72 dibujos le van a la zaga, bien por la excelencia de sus autores -¡Ribera o Murillo!-, bien por la representatividad histórica de los mismos, o, en fin, por el interés del tema, como así lo refleja lo reunido en el apartado titulado Retratos de artistas españoles de los siglos XVI y XVII, donde se nos ofrece una galería de efigies de nuestros maestros de aquella edad, alguno representando presumiblemente al joven Velázquez. Digamos, por lo demás, que en la presente selección hay dibujos de más de treinta artistas españoles entre el XVI y el XVIII, sin contar con los muchos anónimos o de atribución dudosa.

Teniendo en cuenta que la colección de dibujos españoles de la Hispanic, acopiada por su fundador Archer M. Huntington (1872- 1955), cuenta con varios millares, se explica la singular calidad de lo que ahora se nos muestra que, a su manera, puede considerarse asimismo como una selectiva historia antológica de la mejor gráfica española, desde Alonso de Berruguete hasta Fernando Brambilla. Ante la riqueza de este panorama, no cabe descender aquí a más detalles, que nos obligarían a un interminable comentario pieza por pieza. Conformémonos, pues, con saludar alborozadamente la iniciativa, que nos trae por un tiempo a casa algunos de los mejores dibujos no vistos en directo por aquí de los, a su vez, mejores artistas de nuestro país. O sea, parodiando a Goya, una especie de "tuti li mundi" del dibujo español o, como después se estiló decir, un titirimundi, que es la forma castellana actual para referirse a los cosmoramas portátiles, como el que sardónicamente se muestra en el grabado goyesco.