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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Poesía para 'mossos'

Jesús García Bueno

Hay conceptos que, cuando caminan de la mano, chirrían. Fundidos en un solo sintagma, inteligencia y militar pueden resultar contradictorios. Groucho Marx dixit. Lo mismo ocurre con, pongamos, verso y policial. Pero, por extraño que parezca, Talía, Erato y Calíope -las tres musas que inspiran el arte poético- han logrado hacerse un hueco en las comisarías de los Mossos d'Esquadra. Es verdad que el espacio ocupado por los poemas es modesto: una lámina de metal azul bordeada por un marco gris, también metálico, que cuelga en la pared del vestíbulo. Pero no es menos cierto que, en la veintena de dependencias policiales de toda Cataluña donde se han instalado, los fragmentos de poemas han sustituido con éxito a las tradicionales y manidas placas de inauguración, generalmente doradas, donde aparece el nombre del político de turno.

No, la iniciativa de aproximar la literatura a la esfera policial no es del nuevo consejero de Interior, Joan Saura. El líder ecosocialista ha tenido que oír infinitas bromas desde que se conoció su nombramiento al frente de la policía autonómica. Las malas lenguas dicen, por ejemplo, que con Saura ya no se detendrá a los malos cuando roben, sino que se dialogará con ellos para que no lo vuelvan a hacer. O que, en lugar de munición, las pistolas de los agentes estarán cargadas de flores y cintas de colores. Pero no: la idea es de su antecesora en el cargo, la socialista Montserrat Tura. La dama de hierro, la mujer de la "mano dura" y la "tolerancia cero", también tiene su parte de lirismo.

Fuentes próximas a Tura aseguran que es alérgica a la megalomanía y siente escasa inclinación al personalismo. Es más: detesta que su nombre y sus apellidos figuren en una de esas placas que se dejan ver cuando se corre una cortinilla. Por eso pensó (¡eureka!) que quizá podría sustituirlas por poemas. "Es una costumbre que ya adquirió cuando era alcaldesa de Mollet del Vallès e inauguraba edificios públicos", indican las mismas fuentes.

Todos los poemas han sido elegidos por Tura. De modo que un paseo por las comisarías inauguradas entre 2003 y 2006 significa, también, adentrarse en el particular canon literario de la ex consejera. Aunque mucho más limitada que la propuesta por Harold Bloom, la lista de escritores de Tura es rica y variada. Aunque siente una especial inclinación por autores contemporáneos: Salvador Espriu, Pere Quart, Vicent Andrés Estellés, Joan Salvat-Papasseit, Joan Maragall, Francesc Pujols, Carles Riba, Josep Maria de Segarra y, por encima de todos ellos, Miquel Martí i Pol. De la misma forma que el crítico neoyorquino está obsesionado con Shakespeare (al que llama "inventor de lo humano"), en el Olimpo poético de Tura reina soberano Martí i Pol. Fragmentos de la obra del "poeta del pueblo", muerto hace poco más de tres años, pueden verse en Barberà, Esplugues, Montcada i Reixac, Rubí y Sant Feliu de Llobregat. También hay espacio para los cantautores Raimon y Lluís Llach.

Por cierto que la palabra pueblo es la que más veces se repite en los poemas: ocho. Otras, como hombre, tierra y patria, también aparecen a menudo. Y en este caso, los términos sí casan bien. De hecho, vista en su conjunto, la selección de poemas que pueden leer los mossos -cosa muy distinta es que lo hagan- rezuma romanticismo alemán y Völkgeist, pero a escala catalana. La iniciativa tiene una intención declarada: "Incorporar valores y exaltar las actitudes cívicas en los colectivos de los cuerpos de seguridad y emergencias", según un escrito del Departamento de Interior.

Uno de los poemas que mejor reflejan esa voluntad de adoctrinamiento en positivo (por usar un eufemismo) es el que cuelga en una pared de la comisaría de Sant Andreu, en Barcelona: "A vegades és necessari i forçós / que un home mori per un poble, / però mai no ha de morir tot un poble / per un home sol". Los versos, obra de Salvador Espriu, parecen inspirados por Calíope: son la épica y el heroísmo que ponen el vello de punta.

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El juicio personal sobre lo que el poema transmite varía en función de la jerarquía policial de Sant Andreu. El jefe de la comisaría, el inspector Jordi Rodon, asegura que, desde que aterriza en la escuela de policía, "un agente ha de ser consciente de que acepta un sacrificio por la sociedad". Rodon aplaude la iniciativa literaria y añade que es una forma de "romper con las imágenes típicas de la policía".

Sin embargo, preguntado por los valores del poema, el subinspector de esa misma comisaría disimula y da largas. Parece que no lo ha leído. Más aún: parece que ni siquiera se hubiera percatado de su existencia. Frente a la placa, un sargento se expresa de forma más sincera: "Pues la verdad es que no lo había leído, pero me parece que hay otras formas de incentivarnos", afirma aludiendo a las condiciones salariales de los mossos. El último en el escalafón, un agente raso, le da una bofetada a Espriu y transforma los versos heroicos en prosa llana: "Lo que dice me parece un poco bestia. Yo prefiero que mueran otros que no conozco de nada antes que yo, ¿no?".

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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