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Columna
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Las contradicciones marxistas

El método marxista defiende que para aclarar las cosas lo mejor es agudizar las contradicciones del sistema. Por eso pienso que igual hay un marxista sentado en algún despacho de la Moncloa o de la Confederación Empresarial Española, intentando disparatarlo todo para que, al final, todo esto de la construcción, los sectores económicos emergentes y los proyectos para controlar el suelo salga por algún lado. Porque de lo contrario no se entiende.

El último informe del Instituto de Estudios Superiores de Empresa (IESE) resulta clarividente en sus tres conclusiones principales. Una: turismo/ocio, construcción y telecomunicaciones son los sectores con mayor futuro. Dos: Madrid, Comunidad Valenciana y Catalunya son las autonomías con mejores perspectivas. Y tres: la productividad y la competitividad van a peor.

Esto es, que el negocio y el empleo están en el ladrillo, el sol, la playa, el golf y la sociedad de la información. Y adiós muy buenas a todo lo demás. Pero, cosa curiosa y contradictoria, el ladrillo, el turismo de sol, playa y golf y el I+D+i están castigados, por persecución política ambiental o por la escasez de inversiones en investigación. Y ya no vale la pena comentar las escasas horas que en empresas y administración le dedican a corregir los errores en productividad y competitividad. Pura contradicción entre lo que deberíamos hacer y lo que hacemos.

Por eso digo que debe haber algún marxista jugando a agudizar las contradicciones. Porque el conseller del PP, González Pons, se reviste de izquierdas para hablar de plusvalías con 25 años de retraso. Y el gobierno de Zapatero elabora un proyecto de Ley de Suelo para aliviar la especulación y la larga mano de algunos concejales y acaba dejando en manos de otras administraciones la misma arbitrariedad en el intervencionismo.

Aún más, el mismo proyecto recrea la figura del agente edificador, que es quien castiga la supuesta política de izquierdas de repartir las plusvalías. Ni Kart Popper entendería esto. Marx sí, por aquello de las contradicciones. Pero María Antonia Trujillo, ministra del ramo, no se ha enterado de que hay especulación económica propia de cualquier actividad con intercambio de bienes y la especulación política cuyo objetivo es la recalificación. Como no se ha enterado, pasa la arbitrariedad del ayuntamiento de Marbella a la Junta de Andalucía, que hizo la vista gorda cuando Malaya circulaba a sus anchas. Luego está la especulación financiera, que es lo que le da a Astroc un crecimiento en sus acciones en bolsa hasta del 413% y le pone en la puerta de entrada como accionista de Antena 3. Por eso Enrique Bañuelos despierta envidias y amplios dossiers de la Comisión de Valores. Es un mundo tan confuso como la vida misma. Mientras la vivienda sufre el mayor acoso político de los últimos años, en Urbe Valencia se hinchan a vender ladrillos. Con lo mal visto que ésta el negocio, pues la gente comprando como locos antes de que cambie el ciclo. Y es que, en el colmo de las contradicciones marxistas, las viviendas se siguen construyendo porque hay demanda, aunque la hipoteca se facture a la renta futura, como decía Milton Friedman.

Pero es que, además, la demanda existe en datos estadísticos. Tres detalles que han aparecido en la Feria de Urbe. Uno: en España se destruyen al año 250.000 viviendas y gran parte de sus inquilinos abandonan también sus lugares de residencia para venirse a vivir a la costa. Dos: unas 60.000 personas abandonan Madrid cada año y, de estas, 31.962 optan por venir a vivir a la Comunidad Valenciana. Y tres: sólo al Camp del Turia y los Serranos tienen previsto venir más de dos mil familias inglesas que ni siquiera saben que existe Altea. Pues todos estos compran casa y consumen ocio.

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En fin, que venga Marx y aclare lo de las contradicciones. ¿Hay que seguir o no con el negocio del ladrillo? ¿Cerramos la puerta al turismo de sol, golf y playa como dicen los modernos o invertimos en ello, como dicen los del IESE? ¿Es la solución maximizar el intervencionismo para controlar el precio del suelo o dejar que el mercado juegue sobre todo el territorio sin especulación política? Por supuesto, lo de la sostenibilidad es prioritario, que hasta lo dice el anuncio de Fairy. Pero incluso en esto puede intervenir a favor el mercado. Si los entornos de las promociones no son del agrado ambiental de los compradores a buen seguro que no se venderán.

www.jesusmontesinos.es

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