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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No todo es igual

El Parlamento de Cataluña fue ayer un mosaico polícromo, muestra de la variedad política expresada por la ciudadanía en los comicios del pasado día 1. Las seis fuerzas que integran el Parlament, reunidas en el hemiciclo con motivo de la apertura de la octava legislatura, representan matices difíciles de hallar en otras cámaras autonómicas: desde el independentismo de Esquerra hasta el antinacionalismo catalán de Ciutadans, pasando por el socialismo del PSC, el centro-derecha del PP, el ecosocialismo de Iniciativa, sin olvidar la primera fuerza: el nacionalismo de CiU.

Al igual que sucediera en 2003, ayer el cargo de presidente del Parlament recayó en el republicano Ernest Benach. A diferencia de entonces, ahora se ha llegado a la constitución de la Cámara con todos los pactos decididos y sabiendo, por tanto, que a partir del próximo día 24 Cataluña tendrá en José Montilla al segundo presidente socialista de su historia reciente. Eso ha hecho que CiU, al contrario de lo que sucedió hace tres años, haya votado para la presidencia de la Cámara a su propia candidata, Núria de Gispert. El centro-derecha nacionalista hizo público su enojo por entender que a ellos les hubiera correspondido presidir la Cámara. Ciertamente ese gesto hubiera honrado a las fuerzas que apoyan al Govern d'Entesa, nueva denominación del tripartito. Pero Cataluña no ha contado desgraciadamente desde 1980 con gestos de esa calidad democrática. En los 23 años de CiU sólo se cedió la presidencia en una ocasión a Esquerra, y fue a cambio de su apoyo para la investidura de Jordi Pujol.

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Así que la jornada se movió en los cánones de fidelidad a la tradición. Benach repitió su "¡Visca Catalunya lliure!", al igual que en 2003. No obstante, y a diferencia de lo sucedido en aquella sesión, los que protestaron ayer fueron dos grupos parlamentarios, el Popular y el de Ciutadans, que fiscalizaron numéricamente las ocasiones en que el presidente de la Cámara utilizaba en su discurso el término nación o expresiones identitarias.

Benach iniciará el lunes consultas para la formación del nuevo Gobierno que ya ha ultimado su programa. Las tres fuerzas que respaldan la investidura de Montilla -PSC, ERC e ICV-EUiA- ya han redactado el documento que deberá guiar a la mayoría. Las iniciativas que se tomarán en esta legislatura no estarán exentas de tensiones con el Gobierno central, aunque en la izquierda catalana existe la intención mayoritaria de mantener el compás de espera para desplegar el Estatuto hasta que pasen los próximos compromisos electorales -municipales y legislativas-, con la voluntad de no favorecer al PP y erosionar al PSOE.

El programa de gobierno, más moderado que el del Tinell de 2003 con un veto explícito a pactar con el PP, es ambicioso en cuanto a medidas sociales. A buen seguro generará problemas con el Ejecutivo central. Pero hay que dar un voto de confianza inicial a los integrantes de la Entesa, que aseguran no querer repetir los viejos errores del tripartito. La estabilidad es la clave de esta segunda y última oportunidad de la izquierda catalana.

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