Cómo ahorrarse estrés y llegar a tiempo
En el Día Europeo sin Coches, dos millones de automóviles invadieron Madrid como en cualquier otro día laborable y sin atender a la recomendación municipal de dejar los vehículos en los garajes y usar el transporte público. El Ayuntamiento ofreció la única visión positiva de la jornada: según sus datos, la intensidad del tráfico se redujo en un 11% por la mañana. Por la tarde, un 7%. Taxistas y sindicatos destacaban la paradoja de que el Ayuntamiento pretenda reducir el tráfico rodado mientras están fuera de servicio las líneas 3 y 7 del metro y muchas rutas de las líneas de autobús se encuentran afectadas por las obras.
Seis redactores de EL PAÍS salieron a la calle durante la hora punta -a las 8.30 de la mañana- para recorrer los 6,8 kilómetros que separan la plaza de Carlos V, frente a la estación de Atocha, y la plaza de Castilla. Menos a pie y en helicóptero, cubrieron el trazado de todas las formas posibles: en bici, moto, coche, autobús, metro y tren de cercanías. Sacaron dos conclusiones. Primera: que se circula más rápido con dos que con cuatro ruedas. Segunda: que desplazarse en metro o en autobús es tan rápido como hacerlo en coche -el automóvil llega antes, pero aparcar lleva su tiempo-, y además es más barato, contamina menos y ahorra mucho estrés.
Viajar en metro y autobús resultó igual de rápido que el automóvil, y fue más barato
"Esto está igual que ayer, es que somos todos muy cómodos", dice un vigilante del metro
Seis redactores en seis medios de transporte cubrieron ayer en hora punta el eje de Castellana
El Ayuntamiento asegura que la intensidad del tráfico se redujo un 11% por la mañana
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- La moto. El medio más rápido de los seis elegidos resultó ser la moto, y con mucha diferencia. Además, es muy fácil de aparcar. La motorista tardó 13 minutos en alcanzar los juzgados de la plaza de Castilla desde la glorieta de Atocha. La moto, eso sí, no se libra de los inconvenientes que se le atribuyen: el fresco de la mañana, que ya se nota, y el peligro de las maniobras poco respetuosas de los coches. Además, la conductora tuvo que escuchar en el trayecto algún comentario machista de hombres que parece que no soportan, al menos a esa hora, ver a una mujer sobre una moto de gran cilindrada.
Los únicos parones se produjeron en algún tramo en el que la Harley Davison no pudo pasar entre los coches porque éstos iban muy pegados. No apareció la lluvia. Eso sí que hubiese sido peligroso: la pintura de los pasos de cebra es deslizante.
- La bici. A golpe de pedal, el ciclista logra llegar en segunda posición en la carrera: tardó 29 minutos entre la glorieta de Atocha y la plaza de Castilla. La bici es el medio más incómodo por el esfuerzo que exige la suave pero constante cuesta que hay entre las dos plazas. La mayoría de los conductores respetaron al ciclista, pero algunos hicieron como si no lo viesen y casi lo arrollaron. Los humos de autobuses y coches también fueron un inconveniente. Pero el ciclista contó con una gran ventaja: aparcó en un santiamén con sólo atar la bici a una farola. Además, resulta el medio más barato: sólo cuesta un refresco para reponer fuerzas.
Pedalear en Madrid es un acto solitario. Durante el recorrido, el ciclista sólo se topó con otra bici. El punto más peligroso fue sin duda la glorieta de Cibeles, donde, desde un carril lateral, los vehículos se incorporan a la vía central. Otra de las dificultades fueron los coches aparcados en doble fila. Mientras el resto de conductores pone el intermitente y mira por el retrovisor, el ciclista ha de mirar para atrás y esperar a que alguien le ceda el paso.
- El coche. La redactora que hizo el trayecto en coche tardó 22 minutos en recorrer Atocha-Plaza de Castilla. Velocidad media: 40 kilómetros por hora, en un Seat Ibiza. Si hubiese podido hacer como el ciclista, atar el coche a una farola, hubiese quedado en segundo lugar en la carrera. Pero también había que aparcar, y en eso se demoró otros siete minutos. Encontrar un hueco (legal y gratuito) en plena plaza de Castilla a las nueve de la mañana es cuanto menos difícil. Al final, la única opción pasa por dejarlo en una plaza azul de parquímetro a 100 metros de los juzgados. El coste, por dos horas: 2,55 euros. Eso, más los 63 céntimos de euro que ha costado la gasolina del trayecto elevan el viaje en coche a 3,18 euros. Habrá conductores que no deban pagar parquímetro, pero, en cualquier caso, el mantenimiento de un coche privado, incluido el seguro y los impuestos, siempre saldrá más caro que el abono transportes.
A la altura de Nuevos Ministerios empieza el follón del atasco y la conductora opta por salirse al lateral del paseo de la Castellana, que parece ir más fluido. Entonces se produce la ley de Murphy: el lateral se atasca y el carril central avanza. El lateral, encima, tiene doble fila, gente buscando aparcamiento, otros que giran a la derecha, los que se arrepienten y quieren volver al carril principal... Pero los agentes de movilidad sólo atienden a los que circulan por el centro; para los de los lados parece que reina el "arrégleselas como pueda".
- El metro. Caras de sueño y calor -30 grados de temperatura- dominan los andenes de la estación de metro de Atocha a las 8.30. El convoy llega al instante. Va abarrotado. "Lo mismo de siempre a estas horas, estamos los de siempre", explica José. Los de siempre son trabajadores, estudiantes, jubilados y algún turista. Él es un habitual porque no tiene coche, pero hay otros como Mikel que prefieren dejarlo en casa. "¿Hoy es el Día Europeo sin Coches?", se preguntan con cara de sorpresa.
El trayecto en metro dura 29 minutos, cuatro y medio más que los que la empresa Metro afirma en su página web (www.metromadrid.es). Un minuto más, 30 en total, y se alcanza la superficie. El coste del trayecto, según se compre el billete sencillo, el bonobús o el abono mensual, es de entre un euro y unos pocos céntimos. Narciso, guardia de seguridad, opina: "Esto está igual que ayer, nadie hace caso de nada, es que somos todos muy cómodos, lo que tiene que hacer el Ayuntamiento es poner bicis como en Holanda, ya verás qué bien".
- El autobús. La parada del 27, en la intersección entre la plaza de Carlos V y el paseo de la Castellana, esta repleta a las 8.30. Tras tres minutos de espera aparecen dos buses de doble capacidad (48 sentados y 112 de pie). Van llenos, pero hay el suficiente espacio para no tener que hacer contorsionismo a la hora de mantener el equilibrio. Ni en la marquesina ni en el vehículo nada indica que hoy es el Día sin Coches. Ni siquiera en la página web de la Empresa Municipal de Transportes (www.emtmadrid.es) se hacen eco de la celebración. "Ah, ¿que es el Día sin Coches? Algo he oído esta mañana en la radio", dice Carmen, ama de casa.
Desde las alturas de la ventanilla del bus la conclusión también es desoladora: ni un ciclista en el camino y peatones tan sólo en las inmediaciones del Museo de Ciencias Naturales. El traslado toma 30 minutos, con el mismo coste que el metro. "No veo diferencias con otros días, ni más ni menos gente", concluye María, una universitaria.
- El tren de cercanías. Hacer la cola para comprar el billete y esperar al tren en los andenes de la estación de Atocha cuesta seis minutos y 1,10 euros. Una vez dentro, es fácil distinguir los viajeros que llegan de la periferia de los que acaban de subir. Los primeros van sentados y leen libros o periódicos de pago. Entre los segundos, de pie, domina la prensa gratuita.
Pero ninguno de los dos grupos sabía ayer que era el Día sin Coches. "Yo vivo en Guadalajara y siempre voy en tren. Es mucho más barato y más rápido, porque trabajo al lado de Chamartín", cuenta Charo Vila. "¿El Día sin Coches? Pero si había un atasco de narices en Santa María de la Cabeza...", se interrogan Marta y Jorge, dos novios de 25 años que preparan oposiciones juntos en una academia cercana a la estación de Chamartín.
Los vagones, repletos, se vacían en Recoletos y Nuevos Ministerios. El trayecto hasta Chamartín dura 16 minutos. Queda salir de al estación entre las zanjas y las vallas que rodean la estación e iniciar un agradable paseo de 15 minutos más hasta la plaza de Castilla. Es el medio más lento, 37 minutos en total, pero permite realizar algo de ejercicio suave de buena mañana.
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