Chato de la isla, cantaor de flamenco
Comenzó a cantar en los tranvías de Cádiz cuando tenía siete años
El pasado 26 de junio había cumplido los 80 años. Se llamaba José Llerena Ramos, pero en la historia quedará con el nombre de Chato de la Isla. Había nacido, como Camarón, en San Fernando. No conocí a nadie más chato que este Chato, pequeño de estatura y de poco cuerpo, que cantaba -decía él- porque había nacido para cantar.
Era un crío menudo y vivísimo, siete u ocho años, cuando comenzó a cantar para ganar dinero, en los tranvías de San Fernando a Cádiz. "Me montaba en uno y en otro, como si fuera revisor, igual. El cobrador no me cobraba, al contrario, me daba dos reales pa que los demás picaran y echaran dinero, ¿usté me entiende?, y así pues me ganaba la vida". En un viaje de aquellos podía coger 12 o 14 pesetas, "que era un dineral, y comía toda mi familia".
Después, cuando ya fue mayorcillo -16 o 17 años-, se marchó a Cádiz, al Pájaro Azul, al San Juan..., que eran unos cabarés que había por allí y en ellos se buscaban la vida el Chato y otros como él. Y después la Venta de Vargas, por supuesto, donde estuvo unos veinte años hasta que se vino para Madrid, en un camión de pescado, el año 1961. A trabajar en los tablaos, que entonces estaban en su apogeo. Su primer salario en Las Brujas fue de 350 pesetas, "era el que más ganaba de allí".
Del trabajo en los tablaos hablaba con ciertas reservas. Porque "más que na se canta pa bailar, pa que bailen las muchachas. Pero lo bueno en el cante era el cuarto, el reservado, aquellas fiestas, la guitarra, la copita de vino; uno se tiraba toda la noche cantando a gusto, y le daban 10 o 20 duros. Que era un dinero, que con 20 duros comía una familia en casa una semana".
El Chato era de los cantaores que creía en la inspiración del momento, que el cantaor nunca canta igual por mucho que se lo proponga. "El cante es como un vómito, ¿usté me entiende? El cante es como una cosa que viene ahí, hay días que va uno a los sitios y dice hoy me encuentro bien, y va al sitio y no está bien, hay días que va con el temor, me cago en diez que me encuentro mal, y cantas pa comerte...".
Manolo Caracol y José Monje, Camarón, fueron los únicos que hicieron llorar al Chato de la Isla: "Caracol era un monstruo, Caracol ha sido lo mejor que ha nacido en la historia del flamenco. Camarón, otro monstruo que Dios dio. Que fue una cosa ahí fuera de serie, una cosa que de mil años nace uno, no de cien, sino de mil años, y ese uno fue Camarón... Yo creo que va a pasar mucho tiempo pa que salga otro como Camarón. Ojalá saliera otro chaval pegando fuerte, pero es muy difícil, eso es muy difícil. No se ve a nadie, hasta ahora no se ve a nadie".
Éste era, en alguna faceta de su arte, el cantaor de flamenco Chato de la Isla, que murió ayer. Cantaor de cuerpo entero, con humildad, con honestidad, con absoluta dedicación. Una vida ejemplar en el arte jondo. Descanse en paz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.