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Cameron se codea con la élite neoyorquina

El líder de los conservadores británicos busca en Manhattan apoyos para su candidatura

Nueva York rebosa de poder. No sólo por los colosales edificios que se alzan en Manhattan o en su distrito financiero de Wall Street, sino por la élite que vive y teje una sólida red de influencia en Estados Unidos y fuera de éste, en los cinco continentes. Por eso no extraña que destacadas figuras políticas y de los negocios de todo el mundo pasen en algún momento por la ciudad de los rascacielos en busca de un respaldo que será crucial para sus carreras.

David Cameron, líder de los conservadores británicos, no es una excepción. En una entrevista con la edición de fin de semana del diario londinense The Sunday Times explica que Tina Brown, antigua editora de la revista The New Yorker, le está organizando una cena con la crème de la crème de la sociedad neoyorquina. Una puesta de largo similar a la que Brown organizara junto a su esposo, sir Harold Evans, antiguo editor del The Sunday Times, para dar la bienvenida al laborista Tony Blair, cuando a mediados de los noventa aspiraba a ser primer ministro.

Lady Evans es una de las figuras más prominentes en la colonia de expatriados británicos en EE UU. Otro de los cicerones de Tony Blair que está ya en contacto con el nuevo líder de los tories británicos es el banquero Russell Chambers. "Me ha pedido almorzar con él", comenta en la misma entrevista. Desde el entorno de Cameron no se dan más detalles sobre estos contactos y afirman que no hay nada oficial, que se trata de una idea de futuro. Pero la introducción de Cameron en la sociedad neoyorquina no será un camino de rosas y se topa ya con un problema de peso antes de que se materialicen los primeros contactos en Manhattan.

Uno de los principales resortes de poder económico y político en EE UU es el magnate Rupert Murdoch, patrón del imperio mediático News Corporation, donde el ex presidente español José María Aznar acaba de hacerse con uno de los asientos en su consejo de directores independientes. El propio José Luis Rodríguez Zapatero intentó cortejarle en septiembre de 2004, coincidiendo con su primera visita a Nueva York como jefe de Gobierno para asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas. La cosa entre Murdoch y Zapatero quedó entonces en un café.

No es fácil agradar

Como dicen en la Gran Manzana, para ganarse el apoyo de la flor y nata neoyorquina hay que trabajárselo. No se trata del color del partido. Murdoch busca en la gente lealtad, inteligencia, coraje e instinto de líder en los tiempos adversos. Un candidato comprometido en la lucha contra el terrorismo y orientado al libre mercado.

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Al magnate, Cameron ya no le hace gracia. De considerarlo una persona brillante y rápida, ha pasado a decir que no espera mucho del político, lo que pone en cuestión su apoyo para las próximas elecciones. "No tiene experiencia", dijo Murdoch en una entrevista con Charlie Rose, emitida en julio pasado en la cadena PBS.

En esa misma entrevista dijo que le gustaba más el laborista Gordon Brown y que le agradaría ver al ministro de Exteriores suceder a su amigo Tony Blair como primer ministro. No obstante, aun cuando Brown parta como favorito para Murdoch, tanto éste como Cameron mucho deberán hacer para ganarse el respaldo del emperador mediático.

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