Hijos que no tuvieron padre
Dos poetas, León de Greiff y Luis Vidales, abrieron para Colombia las puertas de la modernidad en los años veinte. El problema es que, en treinta años, nadie atravesó esas puertas. Esto dice Ramón Cote Baraibar al comienzo del prólogo a esta antología. La selección de Cote Baraibar (21 autores presentados individualmente y representados con una media de 10 poemas, es decir, suficientes para hacerse una idea del tono de cada uno) es, de hecho, una magnífica introducción a uno de los panoramas líricos más vivos de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI.
Efectivamente, Colombia no tuvo su Vicente Huidobro ni su Oliverio Girondo como Chile o Argentina; tampoco su Vallejo, su Neruda, su Borges o su Octavio Paz. Digamos que nadie jugó en la vanguardia el papel que José Asunción Silva había jugado en el modernismo. Puede, es cierto, que no contara con una figura que sirviera de banderín de enganche, pero la historia de su poesía contemporánea cuenta ya con una docena de nombres imprescindibles. Sin perder de vista que, tal vez debido a esa falta de padre fundador (padrastro tantas veces), se trata de un panorama menos polarizado entre realistas y vanguardistas -o, si se quiere, entre figurativos y herméticos- que el chileno o, sin ir más lejos, el español. Buena prueba de lo uno y de lo otro es esta antología que se abre con el citado León de Greiff (nacido en 1895 y muerto en 1976) y se cierra con William Ospina (nacido en 1954). Entre ambos, una rigurosa selección de poetas, muchos de los cuales, afortunadamente, cuentan ya con libros propios en algunas editoriales españolas: Eduardo Carranza, Fernando Charry Lara, Álvaro Mutis, Darío Jaramillo Agudelo, Raúl Gómez Jattin, María Mercedes Carranza, Jaime Jaramillo Escobar, Juan Gustavo Cobo Borda o Piedad Bonnett.
ANTOLOGÍA. La poesía del siglo XX en Colombia
Edición de Ramón Cote Baraibar
Visor. Madrid, 2006
436 páginas. 20 euros
Entre los desaparecidos des
taca Aurelio Arturo (1906- 1974), autor de un solo libro, Morada al sur: "Te hablo también: entre maderas, entre resinas, / entre millares de hojas inquietas, de una sola hoja: pequeña mancha verde, de lozanía, de gracia, / hoja sola en que vibran los vientos que corrieron / por los bellos países donde el verde es de todos los colores, / los vientos que cantaron por los países de Colombia". Entre los poetas en ejercicio muchos lectores españoles descubrirán a William Ospina, bien conocido en su país pero poco en el nuestro. Su poema El amor de los hijos del águila, dice, completo, así: "En la punta de la flecha ya está, invisible, el corazón del pájaro. / En la hoja del remo ya está, invisible, el agua. / En torno del hocico del venado ya tiemblan, invisibles, las ondas del estanque. / En mis labios ya están, invisibles, tus labios". Puede que al particular libro de familia que es esta antología le falte el padre. Lo cierto es que los "huérfanos", volando solos, han llegado muy alto.
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