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La capital a oscuras

El apagón se extiende

Tres nuevas averías eléctricas dejan sin luz a 22.000 personas más en Moncloa, Chamartín, Centro y Ciudad Universitaria

Los semáforos, sin funcionar; las neveras de los comercios, inactivas, y muchas tiendas, cerradas por el calor y la falta de luz. Éste era el panorama en la mañana de ayer en el barrio de Argüelles, 12 horas después de que se incendiase una subestación eléctrica de Iberdrola en la calle del Buen Suceso, dejando sin suministro a 200.000 personas. A la una de la madrugada de hoy, el barrio seguía a oscuras, según los vecinos.

Mientras 500 operarios se afanaban en repararla, otras dos averías extendieron el apagón por Ciudad Universitaria (Iberdrola) y en la calle de las Hileras, en Centro (Unión Fenosa), dejando sin luz a unos 2.400 abonados (9.600 personas, contando cuatro personas afectadas de media por cada vivienda, empresa o equipamiento afectado). En Ciudad Universitaria, los apagones fueron intermitentes durante todo el día, mientras que en la calle de las Hileras el servicio seguía sin restablecerse a las 22.00.

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Según la Consejería de Economía, Iberdrola reordenó su sistema eléctrico tras la primera avería para abastecer a las zonas afectadas y esto extendió las averías por sobrecarga de tensión en otros puntos de la red. Sobre las cuatro de la tarde, el recalentamiento de varios transformadores de la misma compañía en la avenida de la Reina Victoria causó otro apagón, el cuarto en la capital en menos de 24 horas. En este caso, 12.000 personas de Tetuán y Chamartín se quedaron sin servicio durante tres horas.

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Iberdrola, sin embargo, sostiene que sus tres averías no tuvieron relación entre ellas ni con el aumento de la demanda eléctrica por el calor. Unión Fenosa no aventuró ninguna hipótesis.

Los coches circularon sin ley durante la mañana por las calles de Argüelles.

Los agentes de Movilidad centraron su actuación en Princesa, dejando al libre albedrío de conductores y peatones los cruces peligrosos del barrio.

"Indemnizarán lo que quieran, pero ¿y qué hago con los filetes y con el redondo de ternera?". Las pequeñas reuniones de vecinos en torno a la calle del Buen Suceso reproducían la indignación de los afectados. A primera hora de la mañana, después de esperar a que se restableciese el servicio sin éxito, un farmacéutico de la calle de Ferraz se llevó los medicamentos que precisan frío a la nevera de su casa. "No puedo hacer otra cosa. Si espero más, hay que tirarlos". A las once de la noche, el servicio seguía sin restablecerse.

"En una ferretería del barrio, cuando he ido a comprar pilas de las más gordas, las que se usan para linternas grandes, no quedaban en el expositor y el vendedor me ha dicho que no daban abasto", comentó Milagros, una vecina de Hilarión Eslava. "Nos hemos tenido que pertrechar de linternas para subir por las escaleras. Yo vivo en el piso 12, así que imagina la excursión cada vez que bajo". Mercedes Lacasa, vecina de Altamirano, bajó al anochecer a preguntar a los operarios de la subestación. "¡Y me dijeron que la avería va a durar tres o cuatro días!", se quejó.

Los comercios de alimentación de la calle del Buen Suceso atendían a los clientes con calculadoras a pilas. "El material de nevera lo hemos tenido que tirar", afirmó Jorge, del supermercado Villa de Madrid. Las cámaras frigoríficas del supermercado de El Corte Inglés, en Princesa, estuvieron apagadas durante toda la noche. "Se ha perdido mucha comida", admitieron los carniceros.

La agencia de noticias Servimedia, en la calle del General Martínez Campos, no pudo tampoco transmitir su servicio.

Las quejas, sin embargo, podían oírse en toda la ciudad. "Los ordenadores se han quedado en negro y no podemos atender a los alumnos que vienen a informarse", explicaron fuentes de las facultades de Ciudad Universitaria. "En Chamartín también hemos estado cuatro horas sin luz", se lamentó una vecina del paseo de La Habana.

El apagón afectó a las once de la mañana a 400 abonados en la calle de las Hileras, al lado de Sol. Tres transformadores de Unión Fenosa ardieron provocando una columna de humo que obligó a desalojar 60 viviendas en una hora, aunque no se produjeron grandes daños.

Tres restaurantes franquiciados se apresuraron a llevar el material congelado a otras sedes. Una suerte que no tuvo Pedro Giménez, dueño del bar La Canela, enfrente del lugar incendiado, que cerró todo el día. Unión Fenosa fue retrasando los plazos de la reparación. A las diez de la noche, la academia Cálamo & Cran en la misma zona seguía sin electricidad.

Clientes de un bar de Argüelles toman unas consumiciones a la luz de una vela.
Clientes de un bar de Argüelles toman unas consumiciones a la luz de una vela.LUIS MAGÁN

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