Salvemos Toledo
Si lo que publicó este diario sobre el nuevo Plan de Ordenación de Toledo se hiciera realidad, una ciudad que ha sido capaz de transitar a lo largo de la historia, de preservar un patrimonio que es de todos, comenzaría un proceso inexorable de degradación.
Nací cerca de la Sinagoga del Tránsito, he querido amar a una ciudad que es algo más que eso; que, gracias al desarrollo tolerante de la cultura, se ha ido convirtiendo, siglo tras siglo, en un espacio de humanidad, en un lugar de encuentro, de lo que se percibe y de lo aún oculto o semioculto, como le ocurre a la ciudad romana y visigoda.
¿Qué diríamos si se propusiera algo así en el Foro Romano, o en el Castillo de Praga, o en el Casco de Santiago? ¿Tan poco aprecio tenemos por lo que se nos legó, por lo que nos hace conocer nuestra peripecia histórica, y aún personal y social?
Es urgente reflexionar, y actuar, para reducir al máximo las pretensiones de un Plan que ignora la oportunidad, y la responsabilidad, que representa la declaración como Patrimonio de la Humanidad de una ciudad única, cuyo futuro está, también, en su pasado.