El desquite de los juventinos
Buffon, Cannavaro, Zambrotta, Camoranesi, Del Piero, Vieira y Trezeguet lanzan a la 'azzurra'
Cuando se subió al podio, levantó el trofeo y lanzó un grito desgarrador, Cannavaro mostraba la alegría de un país apasionado por su calcio. Pero también defendía el orgullo del club más popular, el Juventus, a punto de ser condenado a la Tercera División por la red de amaño de partidos organizada por su ex director general Lucciano Moggi. Los jugadores de la Juve tenían tal deseo de limpiar su imagen que han lanzado a la azzurra. Han sido los pilares de Marcello Lippi, otro ex juventino que a punto estuvo de no acudir a Alemania por su relación con los ex dirigentes encausados. Siete juventinos disputaron la final: Buffon, Cannavaro, Zambrotta, Camoranesi, Del Piero, Vieira y Trezeguet.
Cannavaro pasará a la historia como el capitán que contagió su carácter al campeón. Pero Buffon ha sido el mejor portero. Sin un solo fallo. Dos tantos. El primero, de Zaccardo en un cabezazo en propia meta. Y el segundo, en la vaselina del penalti de Zidane. El resto, impecable. Él mismo ha estado bajo sospecha tras desvelarse que participó en una serie de apuestas.
Zambrotta se convirtió ante Ucrania en el hombre del partido. Abrió el marcador tras una pared con Totti. Le dedicó el gol a Pessotto, su ex compañero y actual gerente del club turinés, que sigue entre la vida y la muerte tras precipitarse desde una buhardilla por una supuesta depresión. Camoranesi se cortó la melena tras la final como había prometido. Titular en los partidos más importantes, este argentino nacionalizado porque su calidad no le daba para la albiceleste, ha conseguido con la azzurra lo que no ha logrado Argentina. De ahí, su euforia. Se sentó en una silla en medio del campo y lanzó las botas al aire en señal de júbilo.
Y qué decir de Del Piero, que aceptó su papel secundario y resultó decisivo. El capitán de la Juve participó poco, pero en los momentos clave. Como ante Alemania. Entró para la prórroga, cuando Lippi decidió que fueran todos los creativos los que se la jugaran antes de llegar a los penaltis. Así sucedió. Marcó Grosso y marcó Del Piero, que lo celebró como su gol más importante. Había recibido críticas muy duras tras su discreta actuación ante Australia, cuando actuó de interior izquierdo por exigencias de Lippi. Entonces se quejó alegando que no jugaba en su posición natural. Y era cierto. Ayer salió también a última hora. Y otra vez aportó su experiencia. Marcó uno de los penaltis de la tanda. El penúltimo. Con la seguridad que siempre le caracterizó.
El espíritu de otro juventino, Rossi, sobrevoló el estadio Olímpico. En 1982, Rossi llegó al Mundial de España tras una sanción de dos años por haber amañado supuestamente algunos partidos. Marcó seis goles y dio el tercer título a Italia. Ayer, Buffon, Zambrotta, Cannavaro y Del Piero trataron de proclamar su inocencia por encima de unos dirigentes corruptos.
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