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Reportaje:TENIS | Roland Garros

Nadal muestra lo mejor de sí mismo

El español supera al australiano Hewitt con un juego más agresivo

Había confianza en el entorno de Rafael Nadal en ganar a Lleyton Hewitt y no andaban equivocados. Tanto Toni Nadal, su tío y entrenador, como el mismo Rafa conocen a la perfección el juego del australiano y sabían no sólo que no estaba tan motivado como en sus tiempos de número uno del mundo, sino también que sus golpes no son resolutivos, y mucho menos en tierra batida. Dos factores que resultaron cruciales en el desarrollo del partido de los octavos de final que ayer les enfrentó en Roland Garros y que supuso la primera victoria del mallorquín sobre el aussie, que le había batido tres veces en pista rápida, por 6-2, 5-7, 6-4 y 6-2 en tres horas y 17 minutos. Nadal, que sitúa en 57 su récord de triunfos sucesivos en tierra batida se enfrentará ahora al serbio Novak Djokovic, de 19 años, uno de los mejores pegadores del circuito.

"Mis golpes fueron mucho más profundos. Tiraba a las líneas fuerte y cambiando la dirección"
"En la segunda manga bajó mi nivel de concentración por culpa del físico"

"Antes del partido", confesó Toni Nadal, "estaba convencido de que, si estaba bien físicamente, Rafa ganaría. Tenía mucha menos confianza en el enfrentamiento anterior, contra [Paul-Henri] Mathieu". El único problema, sí, era el físico, pues Nadal necesitó casi cinco horas de esfuerzo para superar al francés y le esperaba otra dura prueba. Y fue precisamente este aspecto el que marcó todo el desarrollo del duelo. Porque en lo demás el manacorí se mostró superior a Hewitt y le llevó de cabeza hasta la conclusión.

"Pienso", reflexionó Nadal, "que pude cerrar también la segunda manga a mi favor, pero entonces bajó mi nivel de concentración por culpa del físico y tendí a ser más defensivo, algo en lo que debo trabajar. Y a Hewitt no se le puede dar nada porque es un ex número uno y se lo coge todo".

La lectura más positiva del partido es que Nadal consiguió por fin elevar su propio listón y bañó la pugna con algunas gotas de su mejor tenis. "El primer set ha sido lo mejor mío en lo que va de torneo", afirmó con una contundencia que no admitía discusión. Y era cierto. Mientras en todas las contiendas precedentes se había mostrado excesivamente defensivo e incluso algo inseguro en sus ataques, ayer consiguió coordinar a la perfección el timing de la bola con el de su brazo. "Mis golpes fueron mucho más profundos. Tiraba a las líneas fuerte y cambiando la dirección. Algunos paralelos me salieron perfectos", resumió.

Casado con la actriz australiana de televisión Bec Cartwright en julio de 2005 y tras tener a su primera hija, Mia Rebecca, en noviembre, Hewitt ha perdido gran parte de la motivación y la agresividad que le llevaron a ganar el Open de Australia en 2001 y Wimbledon sólo un año más tarde y a alcanzar el liderato mundial en noviembre de 2001. Desde el Open de Estados Unidos de 2005 no ha logrado imponerse a ningún jugador del top ten y algunos técnicos le han aconsejado que intente buscar más la red para sacar más rendimiento a su juego, a lo que él se niega.

Puede que en las pistas rápidas sus golpes le basten. Pero en tierra batida no consigue conectar casi ninguno ganador, ni desbordar con su juegos. Por eso lleva nueve derrotas consecutivas contra el suizo Roger Federer y ayer, en la tierra parisiense, se encalló contra un Nadal que siempre obliga a sus rivales a realizar un esfuerzo suplementario.

El único momento de duda se produjo en la segunda manga, cuando Nadal servía para el 5-3 y, con 15-40, el árbitro le amonestó por invertir excesivo tiempo en la preparación del saque. Cometió una doble falta, perdió el servicio y pareció descentrarse un poco. "No creo que eso fuera importante", comentó, sin embargo, Toni Nadal; "la cuestión fue que Rafa acusó entonces más el cansancio. Pegaba ya algo más tarde a la bola y cometió algunos errores más de los habituales". Por primera vez en lo que va de competición, Nadal perdió la concentración y pareció vulnerable. Y Hewitt le arrebató la segunda manga y se colocó con 2-1 y 15-40 en la tercera.

"Aquél fue un momento crucial del partido", reconoció luego Nadal; "lo salvé con dos dejadas. Y luego hubo otro, cuando le rompí el saque con otra dejada para el 5-4. Necesitaba aquel plus de confianza para poder ganar".

Ayer fue el único español que lo consiguió. Alberto Martín tuvo que retirarse con un bloqueo de las vértebras lumbares, cuando perdía por 5-1 ante el francés Julien Beneteau. Y Raúl Ramírez perdió frente al croata Ivan Ljubicic por 6-3, 3-6, 6-3 y 6-2. Nadal se ha quedado solo.

Rafael Nadal alza los puños tras su victoria.
Rafael Nadal alza los puños tras su victoria.REUTERS

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