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Putin llama al rearme y modernización de Rusia ante la "fortaleza" de EE UU

El presidente reclama un papel en la creación de la estrategia energética común europea

Pilar Bonet

Respaldado por los precios en alza de los recursos energéticos, Vladímir Putin realizó ayer un alegato para el fortalecimiento y modernización tecnológica de Rusia tanto en el terreno militar como en el económico que le permita tratar de tú a tú a la "fortaleza" estadounidense. En el Kremlin, en su séptimo discurso sobre el estado de la nación ante las dos cámaras del Parlamento, el mandatario legitimó el nuevo rumbo de la potencia rusa, más nacionalista y más centrado en sí mismo. "Hablar del final de la carrera de armamento es prematuro", subrayó.

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Putin se refirió al mundo exterior como fuente de amenazas para su país y también de innovaciones tecnológicas que Rusia quiere adquirir. El líder no midió a Rusia en función de los valores democráticos occidentales. Al contrario, puso en duda el derecho moral a leerle la cartilla y, a este respeto, aludió, sin nombrarlo, al vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, que en Vilna había acusado al Kremlin de sofocar las libertades y de emplear la energía para la "intimidación y el chantaje".

"El compañero lobo sabe a quien comerse. Come y no escucha a nadie y, a juzgar por todo, no tiene intención de escuchar", señaló Putin. "¿Dónde queda todo el entusiasmo sobre la necesidad de luchar por los derechos humanos y la democracia cuando se trata de realizar los intereses propios?", preguntó, para contestar después: "Resulta que aquí todo es posible y no hay limitaciones".

En el mundo actual han aparecido, según Putin, "amenazas menos predecibles que las anteriores" y existe una "tendencia a la ampliación" del espacio "conflictivo" a la "zona de nuestros intereses vitales". Refiriéndose al terrorismo y a los conflictos étnicos y religiosos, el presidente opinó que "hay quien quisiera que Rusia se embarrancara en estos problemas" para frenarla en su desarrollo.

"Hablar del final de la carrera de armamento es prematuro", dijo Putin, y señaló que ésta ha pasado a un nuevo nivel tecnológico. El presupuesto militar norteamericano, "en magnitudes absolutas casi 25 veces superior al de Rusia", debe servir de incentivo para reforzar las defensas propias, alegó el presidente. No obstante, Rusia no debe repetir el error de la URSS y resolver los problemas militares a costa del sector económico y social. Con marcada satisfacción, el líder enumeró las nuevas posibilidades de equipamiento del Ejército ruso, como dos submarinos atómicos con nuevos cohetes estratégicos, que son los primeros en su género construidos desde 1990. Añadió que Rusia elabora armas de precisión únicas y otros armamentos para mantener el "equilibrio estratégico de fuerzas".

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Putin insistió en la necesidad de integrar a Rusia en la economía mundial como país competitivo. "Rusia debe realizarse plenamente en los campos de las altas tecnologías, como la energía moderna, las comunicaciones, el espacio, la construcción aeronáutica, y debe convertirse en gran exportador de servicios intelectuales", señaló.

El presidente no salió al paso de las inquietudes europeas ante su política exterior basada en los recursos energéticos, pero prometió que Rusia cumpliría con sus compromisos de abastecimiento ante "nuestros socios tradicionales". Putin reclamó para Rusia un papel en la creación de la estrategia energética europea común, sin mencionar el conflicto entre las reglas antimonopolistas de la Comisión Europea y los afanes expansivos de Gazprom, el consorcio de gas ruso, al que se refirió con orgullo por haber pasado a ser la tercera compañía del mundo por su capitalización.

Extender el rublo

El presidente instó a concluir antes del 1 de julio los preparativos para hacer convertible la moneda rusa. "Sin embargo, la convertibilidad real del rublo depende en gran medida de su atractivo, como medio para transacciones y ahorros", añadió. Con el fin de extender el uso del rublo, Putin propuso organizar en Rusia una bolsa de petróleo y gas en esa moneda. El presidente no mencionó la cumbre que el G-8, el grupo de naciones más ricas, celebrará en julio en San Petersburgo, aunque en el pasado se mostró ilusionado ante el evento.

En el tono de Putin se notaba determinación, aunque, como observó el ex presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov, no quedaba claro cómo se podían realizar algunos de sus objetivos. Los invitados al Kremlin reaccionaron con hiperbólicos elogios. El alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, dijo estar "emocionado y aturdido" por el discurso y el politólogo Glev Pavlovski aseguró que la intervención "fortalecerá el liderazgo monopolista de Putin" e "incrementará el deseo de la población de verlo como presidente en un tercer mandato". La Constitución rusa no permite por ahora esta eventualidad.

Vladímir Putin, momentos antes de pronunciar su discurso.
Vladímir Putin, momentos antes de pronunciar su discurso.REUTERS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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