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Un bebé fallece en un hospital tras serle inyectado un antibiótico

La causa de la muerte será determinada tras la autopsia

Oriol Güell

A Lily Villagómez Rojas, de 22 años y nacida en Bolivia, se le murió su hijo en los brazos. Fue el pasado viernes, en el hospital 12 de Octubre. El bebé había ingresado un día antes con un poco de fiebre y una leve infección urinaria. Los médicos le prescribieron un antibiótico por vía intravenosa. Segundos después de la inyección, el pequeño emitió un llanto angustioso. Se puso azul y se le paró el corazón. Había nacido 21 días antes y se llamaba Juan Rodrigo. La madre atribuye la muerte al fármaco, pero el hospital pide tiempo para conocer los resultados de la autopsia.

La corta vida de Juan Rodrigo transcurrió entre el hospital 12 de Octubre y el piso de sus padres en Carabanchel. Nació en el 12 de Octubre el 3 de marzo y allí regresó el día 23.

"No le pasaba nada. Sólo tenía un poquito de fiebre y por eso lo llevamos al médico", susurra su madre. "Nos dijeron que no tenía nada grave, pero que le iban a hacer unos análisis para ver que cosa le causaba la fiebre", añade.

El informe médico del hospital resume el buen estado de salud del bebé. Todas las variables fisiológicas eran normales excepto una leve fiebre de 37,5 grados. Los médicos ordenaron un cultivo en laboratorio para ver si Juan Rodrigo tenía alguna infección.

Los resultados fueron positivos: bacterias escherichia coli habían infectado su aparato urinario. Los médicos decidieron que el bebé se quedara a dormir al hospital. "Es una infección común y casi siempre leve. Es muy normal en los niños pequeños", explica José María Fraga, presidente de la Asociación Española de Neonatología. Uno de los tratamientos indicados para combatir esta infección es la gentomicina, "un antibiótico de amplio espectro, muy seguro y sin casi complicaciones", afirma Fraga.

"La inyección lo mató"

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Pero algo fue mal. Sólo unos segundos después de inyectarle el antibiótico, Juan Rodrigo emitió un angustioso llanto. "Hizo un sonido muy raro y empezó a moverse. Se puso azul", solloza Lily, su madre.

Lily no deja de preguntarse qué es lo le que pasó a su hijo. "La inyección lo mató. No entiendo por qué no le hicieron pruebas para ver si era alérgico a los antibióticos. Por qué", suplica. Según los partes médicos del bebé, en los 21 días de vida, había engordado 800 gramos y había crecido dos centímetros.

Lily llegó hace dos años a España procedente de la provincia boliviana de Santa Cruz. Juan Rodrigo debía ser el séptimo niño que llenaba las cuatro habitaciones de esta vivienda en la que Lily convive con otros cinco compatriotas adultos.José María Fraga augura que "esta madre se está enfrentando un doble drama y necesitará ayuda". "No es sólo la muerte de su hijo, que ya es algo espantoso para una mujer que acaba de dar a luz. Es que, sea lo que sea lo que haya ocurrido, lo que haya causado la muerte del bebé, nadie será capaz de quitarle de la cabeza que su hijo ha muerto por la inyección y que, por lo tanto, su muerte es algo que tiene un culpable y podría haberse evitado", concluye.

De momento, Lily ya se ha buscado un abogado que estudiará el caso por si es procedente interponer una denuncia contra el hospital. De momento, ella también está a la espera de los resultados de la autopsia que se le ha realizado al pequeño cadáver de su hijo.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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