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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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Sabor agridulce

Esta semana hemos conocido numerosos y variados indicadores de la coyuntura española, que, como casi siempre, nos dejan un sabor agridulce. Dulce fue la cifra de negocios de la industria de enero, con un aumento del 12,1%. Ya el dato de diciembre mostró una recuperación, que se ve confirmada por el Índice de Producción Industrial de estos meses. Parece, por tanto, que el sector industrial empieza a animarse, lo que debería reflejarse en una mejora de las exportaciones, aunque sea tímida.

No podemos decir lo mismo, sin embargo, de la balanza de pagos, que se saldó en 2005 con un déficit por cuenta corriente equivalente al 7,6% del PIB. Ya comentamos la semana pasada los pobres resultados del comercio exterior de mercancías: el saldo comercial registró un déficit del 7,7% del PIB. A ello se suman el mal comportamiento del resto de las rúbricas: el tradicional superávit de servicios se redujo, como consecuencia del fuerte aumento de los gastos de los españoles en el exterior y del modesto crecimiento de los gastos de los turistas extranjeros en España; los pagos netos (déficit) por rentas de inversión aumentaron considerablemente, reflejando el crecimiento del endeudamiento contraído en el exterior; y las transferencias corrientes, que hasta hace dos años registraban un saldo positivo, han pasado a ser negativas a causa de las remesas que los inmigrantes envían a sus países de origen. En definitiva, el saldo conjunto de las rúbricas distintas al comercio de mercancías, que tradicionalmente compensaba gran parte del déficit comercial, ahora es prácticamente cero. En los dos últimos años el déficit comercial ha aumentado en 2,6 puntos porcentuales del PIB. Un tercio de este aumento se debe a la subida del precio del petróleo, aproximadamente un 40% al diferencial de crecimiento de la economía española respecto a sus principales socios comerciales, y el resto, es decir, aproximadamente un cuarto de este aumento, habría que atribuirlo a factores estructurales, fundamentalmente a la pérdida de competitividad. ¿Cómo se puede corregir este déficit? Pues frenando en seco el gasto interno en consumo e inversión y mejorando la competitividad para poder exportar más. El problema es que no existen instrumentos para lograr todo esto a corto plazo, así que el déficit y el endeudamiento seguirán aumentando.

Nuestra inflación será más alta que la del resto de la zona euro y perderemos más competitividad

La inflación se redujo dos décimas porcentuales en febrero (gráfico izquierdo), algo más de lo previsto. Ahora bien, los factores explicativos de esta disminución fueron temporales (tabaco) o volátiles (energía y alimentos sin elaboración). La inflación subyacente, si excluimos el tabaco, mantiene una tendencia ligeramente alcista, que aflorará previsiblemente en marzo al contabilizar la corrección al alza de este producto. Donde más se nota esta tendencia es en los bienes industriales no energéticos (gráfico central). Ello no quiere decir que las perspectivas para los próximos meses sean de aumentos de la inflación. Los modelos siguen dando una corrección hasta el entorno del 3% a finales del verano, conforme vaya disminuyendo el impacto directo de la subida de los precios de la energía (si es que el petróleo se estabiliza). En todo caso, esta tendencia a la baja también se producirá en el resto de la eurozona, por lo que nuestra inflación (de precios y de costes laborales) seguirá siendo más alta y seguiremos perdiendo competitividad (gráfico derecho). Hasta que el cuerpo aguante...

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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