"Pedro, cuando tú me haces así..."

El Rey se restregó los ojos y dijo, mirando al frente: "Pedro, cuando tú me haces así...". Pedro Erquicia, subdirector de Informativos de TVE el 23 de febrero de 1981, debió decirle que sí, que cuando él hiciera ese gesto ya Juan Carlos I podía empezar su discurso.

Era un material de gran importancia, y salió de La Zarzuela "a toda leche", como les recomendó el monarca, para desactivar gracias a la televisión el golpe de Estado que tenía en vilo a todos los españoles, empezando por el Rey.

El sábado, Informe semanal sacó de sus archivos imágenes de entonces, y nos puso al Rey en el momento más difícil de su vida, preguntándole a Erquicia cómo tenía que afrontar su discurso; TVE hizo que sus cámaras de entonces regresaran al lugar del crimen de Tejero, y devolvió el micrófono a protagonistas de RTVE esa noche en la que pudo haberse detenido el porvenir. Cuando aquello pasó, a Fernando Castedo (director general), a Jesús Picatoste (su adjunto), a Eduardo Sotillos (director de RNE), a Iñaki Gabilondo (director de Informativos de TVE) y al propio Erquicia se les puso la carne de gallina mientras se desarrollaban los hechos. Como oírlo ahora.

La televisión entonces desactivó con su presencia (y con la de este periódico) el drama que se hacía sólido en el Congreso, y contribuyó a devolver a los españoles la sensación de fe en un porvenir que parecía en suspenso.

Veinticinco años después podemos preguntarnos, como hace Ed Murrow, el periodista que desactivó al senador ultraderechista norteamericano McCarthy, por qué la televisión no sigue sirviendo para enseñar a la gente a preocuparse por lo importante en lugar de servir para rebuscar en las basuras. La lección de Murrow está ahora hecha película (de George Clooney), pero debería estar inscrita en el libro de estilo de los que producen y ejecutan la televisión. Se puede hacer de otra manera, decía hace cincuenta años Ed Murrow. Y se debe hacer de otra manera.