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Crítica:ARTE RUSO EN ESPAÑA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El (otro) arca rusa

El principal patrocinador de Russia!, que el Guggenheim de Bilbao exhibirá a finales del mes de marzo, es el multimillonario coleccionista y hombre de negocios Vladímir Potanin, presidente del consejo de administración del Hermitage de San Petersburgo y miembro de la fundación del museo norteamericano. Potanin, como muchos jóvenes plutócratas crecidos entre los falsos paños de realismo socialista, es hoy un nostálgico de toda esa retórica oficial soviética de los años cincuenta y sesenta, cuando las musas figuraban ser rubias musculosas y adolescentes medio desnudos señalando con el brazo al cielo de la guerra.

Habría que preguntarse las razones por las cuales un pintor de estética socialrealista como Neo Rauch se ha convertido en una de las firmas más codiciadas en las salas de subastas (el pasado mes de noviembre superó su propio récord en 450.000 dólares) o por qué, en el caso que nos ocupa de Russia! -que forma parte de una muy cuidada estrategia colonizadora de la marca Guggenheim en el Este europeo, Oriente y Latinoamérica-, su ambicioso pack de casi 200 obras se parece más a un arca rusa de figuración propagandística -tan lejana al que Alexandr Sokurov dibujó en su inolvidable Russian Ark (2002)- que a la exaltación de su compleja y riquísima cultura, como podría deducirse del título. ¿Russia! o 'Russia?'?

RUSSIA!

Museo Guggenheim Bilbao

Desde el 29 de marzo

hasta el 3 de septiembre

La dirección de la mira de

los nuevos apparatchik que operan en el programa ideológico de la Rusia de Putin apunta en Russia! a un largo plano-secuencia que empezó el pasado otoño en el edificio de Frank Lloyd Wright, con una generosa selección de iconos -cuya fecha de factura coincide con el Renacimiento italiano-, sigue por toda la rampa espiral con valiosos óleos de las más importantes galerías rusas, y culmina en toda esa pintura de realismo resultón (otra "vuelta al orden") que nació durante la época de Jruschov y siguió con Gorbachov, con los ejemplos de Komar & Melamid y su deconstrucción del mito oficial soviético, Mijaíl Boginski, Natalia Nesterova, Ígor Makarevich, Oleg Kulik, y la excepción de Ilya Kabakov, con la instalación The man who flew into space, 1981-1988 -se exhibe la versión del año 1988, propiedad del Pompidou-, una habitación empapelada con pósters propagandísticos que deja ver los restos de un precario artilugio hecho con cintas tensoras que acaban de propulsar a un hombre "al espacio".

Los comisarios de la exposición neoyorquina que se clausura hoy son Thomas Krens -director de la Fundación Guggenheim-, junto a Valerie Hillings, Evgenia Petrova, Lidia Iovleva y Zelfira Tregulova. Ignoramos, de momento, si la exhibición del Guggenheim de Bilbao será idéntica a la de su homólogo en la Quinta Avenida. Si no es así, sería bueno que reparara el error de haber hecho "desaparecer" a los constructivistas, que tanto influyeron en la creación occidental de posguerra. Un "olvido" imperdonable, agravado por un "desubicado" malevich, Black Square, que en la exposición de Nueva York figuraba en la versión del año 1930 (la cuarta, si bien la primera es de 1915) y que por arte de magia ha sido emparentado con la plástica minimalista y posmoderna, y no con la revolución abstracta.

Siempre se ha dicho que las conquistas estéticas del Este, cuando traspasan la barrera hacia el capitalismo, acaban domesticadas. Russia! es un buen ejemplo.

'La novena ola' (1850), de Iván Aivazovski.
'La novena ola' (1850), de Iván Aivazovski.MUSEO ESTATAL DE ARTE RUSO

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