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La educación privada crece en China

Un 3% de los alumnos está matriculado en colegios de pago

El sonido del repiqueteo de las teclas de los pianos inunda el pasillo, mientras decenas de niños practican instalados cada uno en una habitación. Huijia, una escuela privada situada en las afueras de Pekín, tiene 130 estudios de piano para sus 2.100 alumnos. Allí aprenden de forma obligatoria a tocar este instrumento, ya que se trata de una de las cuatro habilidades que deben dominar. Las otras son inglés, informática y natación. Proyectores, grandes televisiones, salas de informática son habituales en el colegio. Huijia es uno de los miles de colegios privados que han surgido en China como consecuencia de la política puesta en marcha por el Gobierno a mediados de la década de 1980 para impulsar la educación privada. El auge ha sido especialmente rápido en los últimos años, sobre todo en las grandes ciudades.

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Las tarifas para un curso académico en este centro van de unos 50.000 yuanes (5.200 euros) al año, incluidos comida y alojamiento, para los alumnos de primaria, a unos 90.000 yuanes (9.400 euros), para los de bachillerato. Una cifra fuera del alcance de la inmensa mayoría de la población. "Deng Xiaoping dijo que había que dejar que algunos se hicieran ricos antes, y este grupo quiere que sus hijos tengan la mejor educación. Tener lo que los colegios públicos no pueden ofrecer", dice Wang. En otros colegios privados, la matrícula anual no llega a 100 euros.

La mejora del nivel de vida de la población y la política del hijo único -las familias sólo tienen que pagar la educación de un hijo- han disparado la demanda, en una sociedad cada vez más concienciada de la importancia de los estudios para avanzar socialmente y lograr un buen trabajo. A finales de 2004, China contaba con más de 70.000 instituciones de enseñanza privadas, con 14 millones de estudiantes, más de 1,4 millones de ellos en universidades y colegios universitarios.

El número de estudiantes matriculados en instituciones privadas en China representa el 3% del total, según estadísticas de 2002; un porcentaje que no cesa de crecer. Muchas universidades extranjeras han entrado en el país gracias a acuerdos de cooperación firmados con escuelas privadas locales, uno de los principales reclamos que utilizan éstas para atraer alumnos. Numerosas familias tienen como objetivo final enviar a sus hijos a ampliar estudios en el extranjero.

"El auge de la enseñanza privada es consecuencia del incremento de la demanda de una mejor educación por parte de los padres. Cuando los estudiantes no logran por méritos entrar en los mejores centros públicos pueden acudir a los privados", dice Ng Homing, profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de Hong Kong. "Las escuelas privadas pueden no ser las mejores, pero están por encima de la media, porque si no, no consiguen estudiantes", asegura.

El proceso de reforma y apertura lanzado por Deng Xiao Ping en 1978 no sólo ha modernizado la economía, sino que ha causado una gran transformación del sistema educativo, que ha abrazado las fuerzas del mercado. Con ello, el Gobierno ha afrontado el problema de la inadecuada financiación en este país de 1.300 millones de almas, y al mismo tiempo ha respondido a la diversificación de las necesidades de la población. "El sistema educativo está inmerso en un proceso de cambio y desarrollo. China es un país comparativamente pobre, pero tiene que poner el énfasis en la educación", dice Wang Zhiyu, directora de Huijia.

Competencia

El desarrollo de las instituciones no financiadas por el Estado ha impulsado la competencia entre la educación privada y la pública, pero a la vez ha puesto de manifiesto las ineficiencias del sector y las desigualdades sociales. "Muchas escuelas privadas que se crearon fueron cerrando gradualmente porque no tenían características especiales, nada que las distinguiera de las públicas. Ahora la competencia es feroz. El Gobierno no tiene dinero para apoyar los colegios privados, así que si quieren desarrollarse tienen que ofrecer una alta calidad", afirma Wang.

Una de las prioridades de Huijia es enseñar a sus alumnos a "ser un buen chino", lo que, según su directora, significa "tener a China en el corazón y ser una persona internacional". Entre los 2.100 alumnos de este colegio, que parece un campus universitario, hay 200 extranjeros de 17 países; y de sus 300 profesores, 56 no son chinos.

"Mi marido y yo tenemos negocios y no tenemos ningún familiar que pueda ocuparse de nuestro hijo, de nueve años. Así que es mejor que viva aquí. Nuestra posición económica nos permite pagar el colegio, y Huijia puede satisfacer nuestras necesidades. Cuando se gradúe, quizá lo enviemos a estudiar fuera", explica Du, de 36 años.

Huijia tiene dos piscinas (una de ellas cubierta), bolera de seis pistas y campo de golf. Esta escuela de élite es un caso extremo, pero representa la transformación que ha vivido China en las últimas décadas.

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