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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sobremesa de izquierdas

Vicente Molina Foix

Navidad es una época tan buena como otra para hablar de un programa que, un tanto perjudicado por su formato, su título romo y su horario, está pasando desapercibido por los comentaristas aunque no por los espectadores, que lo siguen fielmente desde hace casi tres meses. Me refiero a Amar en tiempos revueltos (TVE-1), una bien hecha serie de ficción que tiene además la peculiaridad de ser botón de muestra -dentro del género culebrón, tan poco propicio a las sutilezas ideológicas- de un criterio progresista aplicado a las historias, las dos historias: la que lleva mayúscula y trata de España, y la que cuenta minúsculos dramas particulares.

Todas las tardes (16.00), esta serie retrata, con (visible) limitación de medios pero con elocuencia dramática y un amplio reparto llamativamente inspirado en su totalidad (hay que destacar entre los veteranos a Pilar Bardem o Héctor Colomé, y entre los jóvenes a Cristóbal Suárez y Ana Turpin), la saga de tres familias atravesada por la República, la Guerra Civil y, en estos momentos, la posguerra inmediata de los racionamientos, la resistencia interior y la División Azul. En el capítulo de ayer martes cobraba relieve una de las subtramas más curiosas, la red de espionaje británico operativa en Madrid, y se veían nuevos abismos de maldad en el personaje de la marquesa donjuanista, interpretada por Ágata Lys.

Con línea argumental de tres excelentes escritores teatrales (Benet i Jornet, Rodolf Sirera, Antonio Onetti) y dirección coordinada por un operador y cineasta de calidad, Gerardo Gormezano, Amar en tiempos revueltos no escapa a los convencionalismos del melodrama, ni lo pretende. Hay hijos robados, viudas lascivas, padres desnaturalizados, sacrificios llevados con resignación, pero también republicanos represaliados, falangistas fundamentalistas y hasta un asomo de lesbianismo anti-fascista. Un culebrón democrático imposible bajo el mandato televisivo de Aznar, a quien por cierto oí anunciar en público hace una semana que la libertad de expresión está a punto de morir a manos de Zapatero.

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