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Euskadi pone en marcha su mayor obra de infraestructura después de 16 años de proyectos

El pasado lunes 12 de diciembre Euskadi vivió un momento histórico: el PNV desbloqueó con el PSOE la construcción de la Y ferroviaria, la línea de velocidad alta que está llamada a cambiar el panorama de las comunicaciones en Euskadi. Se trata de la mayor obra de infraestructura que aborda la comunidad en toda su historia y para la que se han presupuestado alrededor de 4.000 millones de euros. La esperanza ahora es que la línea esté operativa para el año 2010. "Esta es la definitiva", asegura el Gobierno de Vitoria.

Y es que después de 16 años de proyectos, innumerables encontronazos entre las administraciones vasca y central, una aparente apatía por la construcción y una permanente sensación entre la ciudadanía de que nada se movía, el comienzo de las obras en los primeros meses de 2006 parece algo muy real. Lejos queda ya el año 1989, cuando tras la aprobación de la construcción del AVE Madrid-Sevilla, Euskadi empezó a competir con Cataluña por ser la beneficiaria de la siguiente línea del tren de alta velocidad.

La entrada en el Gobierno vasco de Ezker Batua supuso un nuevo escollo para la nueva línea ferroviaria
El primer impulso se dio en 1989, pero hasta el año 2000 no se elaboró la declaración de impacto ambiental
La 'Y' es el proyecto más retrasado de los tramos de alta velocidad de los que se han acometido en España

En un principio, ambos proyectos se encontraban a la par, pero hoy, 16 años después, el tramo Madrid-Lérida es una realidad, mientras que en el País Vasco aún no se ha colocado la primera traviesa. Incluso, líneas que entonces ni siquiera estaban en la mente de políticos e ingenieros, como es la de Valencia, ahora avanzan a un ritmo muy rápido. ¿Qué ha pasado para que el País Vasco acumule semejante retraso desde entonces?

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El proyecto de la Y vasca tuvo desde su planteamiento inicial varios padrinos. Por una parte, contó con el apoyo estratégico de la Unión Europea al incluirlo entre sus conexiones fundamentales. Por otro lado, logró el compromiso político de los gobiernos vasco y central y el de los partidos que los sustentaban, PNV, PSE y PSOE. Y en 1994 se produjo uno de los hitos: la aprobación del plan director de infraestructuras del entonces Ministerio de Obras Públicas, que incluye la Y como uno de sus proyectos de mayor envergadura. A principios de los 90 se fueron cumpliendo las previsiones, pero mediada esa década el proceso pierde ritmo y ambas administraciones incumplen plazos y compromisos.

Impacto ambiental

La llegada al poder del PP en 1996 no mejora el panorama. Las relaciones entre ambas administraciones se van deteriorando y se hacen prácticamente inexistentes tras la firma del Pacto de Lizarra, en la que se embarcó el PNV, y la ruptura de la tregua de ETA. Además de la ausencia de diálogo con Madrid, el Ejecutivo lidió en 1998 con la propuesta de las cámaras de comercio, que plantearon una alternativa de trazado a la Y que quería unir las tres capitales sin paradas intermedias. El proyecto fue rechazado por el ejecutivo autonómico y la acción del Departamento de Transportes se concentró a partir de entonces en presionar al Ministerio de Fomento.

El Gobierno vasco achaca los retrasos a la falta de voluntad política del Ejecutivo central para sacar adelante la iniciativa. El ejemplo más claro lo halló en la declaración de impacto ambiental, responsabilidad de Fomento y Medio Ambiente, que se produce a finales de 2000, año y medio después de lo previsto.

Esta circunstancia arrastró la demora de la aprobación por el Gobierno vasco del Plan Territorial Sectorial de Transporte Ferroviario (PTS), que ordena el mapa férreo de la comunidad y que sacó adelante en febrero de 2001. De esta forma, hasta los cálculos menos optimistas, que hablaban de que el proyecto podría concretarse en 10 años a partir de 1989 y que para antes del año 2001 se podría empezar la obra en algún tramo quedan completamente desfasados.

Cuando más difíciles se hacían las relaciones con el Gobierno central, el panorama dentro de Euskadi también se complicó. En la legislatura 1998-2001, la primera de Juan José Ibarretxe como lehendakari, la precaria situación de su Gobierno, en minoría en el Parlamento, le llevó a suscribir un acuerdo con Euskal Herritarrok (el partido que sucedió a Herri Batasuna en la Cámara vasca) para garantizar la aprobación de los presupuestos. Aquel acuerdo tuvo algunas contrapartidas, entre ellas la paralización de los trabajos de la Y, un proyecto que rechaza de forma rotunda la izquierda abertzale. Se trata de una paralización que nunca ha reconocido el Gobierno y que hizo pública Antton Morcillo, parlamentario de EH durante un pleno en la Cámara.

De esta forma, la línea de alta velocidad se había labrado enemigos dentro y fuera de la comunidad autónoma. Una nómina que siguió creciendo con la entrada de Ezker Batua como socio en el Gobierno vasco.

Relectura

EB exigió un nuevo estudio de declaración de impacto ambiental, que el entonces consejero de Transportes, Álvaro Amann, dejó en una "relectura" que se ha saldado sin consecuencias. EB sigue oponiéndose y ahora exhibe como mayor logró la supresión de la mención expresa al trazado en Y del el programa de gobierno del mandato en curso. Pero todos son perfectamente conscientes de que es el único proyecto que hay sobre la mesa.

A mediados de la legislatura pasada, el Gobierno de Ibarretxe denunció la falta de compromiso del Estado y adjudicó los concursos de los proyectos constructivos del corredor guipuzcoano. El Gobierno central, aún en manos del PP, recurrió la decisión al entender que se trataba de una competencia suya. A pesar de eso, Transportes siguió adelante y adjudicó los concursos de obras de dos subtramos. Esta vez fue el Gobierno socialista el que los recurrió. Ahora, según los dos gobiernos, ha llegado la hora de pasar página y firmar el convenio que permitirá al Ejecutivo de Vitoria participar en la ejecución de una obra pública del Estado para la que no tiene competencia. "Esta es la definitiva", se oye decir ahora con convencimiento desde el Gobierno vasco.

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