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Reportaje:LA POTENCIA REGIONAL

El pueblo de Egipto quiere más

Ángeles Espinosa

Umm al Dunya. La Madre del Mundo. Así llaman los árabes a El Cairo, cuya historia y sociología, tal como ha señalado Saadeddin Ibrahim, son los de Egipto y, hasta cierto punto, los del conjunto de la región árabe. Es la proyección de su esplendor y su poder los últimos 11 siglos. Aún hoy, su peso demográfico -alberga a una cuarta parte de la población de Oriente Próximo- mantiene a Egipto como faro de los árabes, pero el retraso en democratizarse empieza a lastrar ese liderazgo.

Las exigencias no sólo llegan del exterior, de un EE UU que declara promover la democracia y respalda a regímenes autoritarios como el de Mubarak, en la presidencia desde hace 24 años. En el último año, un pequeño pero valiente Movimiento por el Cambio, conocido por el lema de sus manifestaciones -Kifaya (Basta)-, ha desafiado las leyes de emergencia y pide la reforma del sistema y más participación ciudadana.

La tímida reforma de la Constitución efectuada por Mubarak no satisface los deseos reformistas, pero hay elementos que pueden cambiar el panorama
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El tímido paso dado por Mubarak con la reforma de la Constitución no ha satisfecho las expectativas de los reformistas. Las condiciones en que se celebraron las primeras elecciones presidenciales el pasado septiembre distaron mucho de ser perfectas. Con todo, por esa rendija se han colado dos elementos que eventualmente pueden cambiar el panorama político de Egipto: la libertad de expresión y los Hermanos Musulmanes.

Autorización previa y censura

La prensa egipcia, aunque lejos aún de una situación ideal, empuja día a día las líneas rojas que la encorsetaban. La autorización previa de las publicaciones y la censura en los medios audiovisuales (bajo monopolio gubernamental) aún limitan el trabajo de los periodistas, pero incluso a la televisión llegan briznas del nuevo aire.

"Hemos podido cubrir las manifestaciones de Kifaya y durante las presidenciales tuvimos que informar a diario de las actividades electorales de todos los candidatos", cuenta una redactora de la cadena Nile TV. "Será difícil que ahora, tras las legislativas, volvamos a la situación anterior", concluía esperanzada.

Menos clara está la capacidad del régimen de encajar el ascenso de los Hermanos Musulmanes. Este grupo, ilegalizado tras la revolución de 1952, es tolerado -y manipulado- desde la época de Sadat. "El régimen y su aparato de seguridad y los Hermanos han utilizado la religión para mantener el poder", declara Nabil Abdelfatah, investigador del Centro de Estudios Estratégicos Al Ahram. El resultado ha sido la esterilidad política que las élites de Kifaya tratan de revertir con sus movilizaciones, de eco hasta ahora limitado, pero que los Hermanos aprovechan para hacerse más visibles.

"El ímpetu de la Hermandad es fruto de la debilidad de la oposición más que de verdadera fortaleza política", aseguraba en víspera de las elecciones legislativas Mohamed Kamel, uno de los jóvenes reformistas del partido de Mubarak. Kamel encabeza la corriente favorable a la normalización de los islamistas dentro del sistema político. "Tienen que ser integrados, y en parte ya lo están", dijo haciendo referencia a la libertad con la que, por primera vez, han podido hacer campaña electoral.

Pero el aparato del Partido Nacional Democrático no termina de aceptar el juego democrático. El éxito de los Hermanos Musulmanes en la primera fase de los comicios (hay tres, la última concluye a principios de diciembre) se ha traducido en una redada de sus simpatizantes en vísperas de la segunda. Tres centenares de detenidos justifican la convicción generalizada de que nada ha cambiado en este Egipto que sólo ha entrado a medias en el siglo XXI.

Mientras Mubarak no convenza de su sinceridad reformista, va a ser muy difícil vencer la apatía política y superar las vergonzosas tasas de participación electoral (entre 20% y 25%). Entretanto, la ausencia de legitimidad del régimen agrava el riesgo de radicalización, lo que a su vez pone en peligro la principal fuente de ingresos del país: el turismo. La elección no es entre libertades o justicia social, como planteó Nasser en su día. Hoy, ésta es un factor de aquéllas, y retrasar su llegada sólo puede hacerla más dolorosa para Egipto y el resto de los árabes.

Seguidores del partido gubernamental de Egipto se enfrentan a miembros de la Hermandad Musulmana durante la campaña de las elecciones parlamentarias.
Seguidores del partido gubernamental de Egipto se enfrentan a miembros de la Hermandad Musulmana durante la campaña de las elecciones parlamentarias.AFP

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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