El sueño de Oma viaja a Ávila
Una fundación gestionará en Ávila el legado artístico de Agustín Ibarrola, que ya trabaja en el proyecto
Agustín Ibarrola ha cumplido un sueño: que se crea una fundación con su nombre que gestione su legado artístico y albergue la ingente cantidad de obras que el propio creador ha ido guardando a lo largo de sus años de actividad.
La Fundación Ibarrola será una realidad en breve, aunque aún no está legalmente constituída, y el artista bilbaíno de 80 años podrá disfrutar en vida de un proyecto acariciado durante años y que abarca más que la mera función expositiva. Pero su sede no se levantará en el País Vasco, como deseaba el artista, sino en Ávila, a 18 kilómetros de la capital, en el término de Muñogalindo. En ese lugar trabaja ya Ibarrola desde finales de verano, en una intervención paisajística sobre las piedras silíceas de un encinar castellano. "Es un trabajo parecido a las piedras que pintó en Galicia, en Allariz, o en Arteaga y Oma, que ya están cubiertas por la vegetación", explicó ayer su hijo, José Ibarrola.
El artista desea que el complejo esté muy vivo, más allá de la mera faceta expositiva
Él es una de las seis personas que compondrán el patronato de la futura Fundación. Lo completan otros tres vascos, Guillermo Barredo, Mercedes Valbuena y el parlamentario popular Fernando Maura, el mallorquín Basilio Baltasar y el editor abulense Fernando Melgar. Es precisamente este último el que ha dado los primeros pasos para hacer realidad el sueño de Ibarrola, el que ha unido al artista vasco con la patria de Santa Teresa de Jesús.
Melgar, según cuenta él mismo, poseía unos terrenos en Ávila, fruto de una herencia familiar, que puso a disposición de Ibarrola para crear su fundación. "He donado 20 hectáreas", confirma Melgar, que recuerda que a Ibarrola "le encantó" el lugar en cuanto lo vio. De hecho, antes de que la fundación se materialice, él ya se ha puesto a trabajar en la intervención paisajística. Después, esas piedras formarán el paseo exterior que recorrera los edificios que formen el complejo. "El proyecto constará de una parte interna, dentro de los edificios, y otra externa, basada fundamentalmente en la intervención en el paisaje", explica el pintor José Ibarrola, hijo del artista. "A mi padre le gustaría que fuera una fundación muy viva, con cursos e intercambios expositivos". La sede estará compuesta, en principio, de "varios edificios funcionales, integrados en el paisaje y que utilicen energías renovables".
"Sabemos lo que queremos, pero luego tiene que venir un arquitecto y plasmar todo eso", comenta José Ibarrola. La familia y el patronato barajan ya varios nombres de arquitectos para llevar a cabo el complejo. Mientras se concretan las actuaciones, se cierran los pasos legales para constituir la fundación y se busca el patrocinio financiero. No se espera que el proyecto vea la luz hasta después que pase 2006.
"Una fundación de estas características no puede andar sólo con gestión privada, sino que necesita un apoyo fuerte y, sobre todo, constante, de instituciones públicas. Todo eso, aquí, [en el País Vasco] no era posible", se queja José Ibarrola. Han sido, afirma, "años de hostilidad, de ninguneo, años de puertas cerradas" por parte de las instituciones de la comunidad autónoma y de Vizcaya.
Ni la consejera de Cultura, Miren Azkarate, ni la diputada vizcaína Belén Greaves, consultadas ayer por este periódico, quisieron comentar el hecho de que Ibarrola vaya a depositar su obra en Ávila, en lugar de hacerlo cerca de Oma, donde reside, como era su deseo primero o en otro lugar de Euskadi. "El artista tiene derecho a instalar sus fondos donde quiera", señaló un portavoz del Departamento de Cultura.
A los impulsores del proyecto les gustaría contar con todo el apoyo posible desde Euskadi, tanto de entidades privadas como públicas. "Aquí interviene todo el que quiere. Este es un proyecto integrador, no excluyente", explica José Ibarrola. El tema de la financiación necesaria para levantar el complejo "está en marcha y por buen camino", señalaron Ibarrola y Melgar. Aunque continúan las conversaciones con, entre otras, "varias empresas vascas", Melgar adelantó que, en su tierra, "la Caja de Ahorros de Ávila está muy interesada".
La certeza de la fundación ha dado nuevas fuerzas a Ibarrola. "En Ávila está emocionado con el espacio, con la luz, con la gente", indica su hijo. "Ha sido asombroso el encuentro entre Agustín y el paisaje abulense, tan árido y místico, muy distinto al suyo propio. El paseo de piedras que está pintando va a constituir una suerte de viaje iniciático para los visitantes", apunta Melgar. "Le da energía saber que su obra va a estar a buen recaudo", concluye su mujer, Mari Luz.
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