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Trillo revela que Rato se opuso ante Aznar a la intervención en Irak

"El presidente le escuchó y me pareció ver en su mirada una tristeza infinita", dice el ex ministro

El ex ministro de Defensa Federico Trillo revela que, en una reunión del gabinete de crisis del Gobierno de José María Aznar en vísperas de la guerra de Irak, el entonces vicepresidente Rodrigo Rato se opuso de forma contundente a la participación española. Así lo pone de manifiesto el ex ministro de Defensa en su libro Federico Trillo. Memoria de entreguerras, donde elude cualquier responsabilidad sobre el caso del Yak-42.

"Puedo ratificar aquí que, como se ha publicado, el vicepresidente Rodrigo Rato era el miembro del Gabinete de Aznar más opuesto a cualquier participación militar española", escribe Trillo. El ex ministro detalla que en una reunión del gabinete de crisis, en víspera del comienzo de la guerra de Irak, Rato tomó la palabra: "Explicó su posición contraria en términos muy contundentes. Aznar, a su lado, lo escuchaba con la vista al frente, respirando hondo. Cuando terminó, se volvió para darle las gracias y me pareció ver en su mirada una tristeza infinita".

En este capítulo, Trillo afirma que la participación española en Irak fue de carácter humanitario, pero "la oposición de izquierdas y los medios de comunicación afines lo consideraron una coartada para una participación encubierta y vergonzante en el conflicto". Y añade que "a base de repetir tales falsedades se consiguió no sólo una de las más grandes manipulaciones informativas y políticas de nuestra historia reciente, que aún se mantiene, sino además ocultar el extraordinario trabajo de nuestros militares allí desplazados".

En su repaso al accidente del Yak-42, en el que fallecieron 62 militares españoles, Trillo sostiene que se ha utilizado tanto a los familiares de las víctimas como a él mismo, y acusa al partido socialista de utilizar "sin escrúpulos" el accidente como "un instrumento arrojadizo contra el Gobierno y el Ministerio de Defensa".

Tras señalar que dio la cara por los mandos militares, recuerda que transmitió, "dándolas por cierto", las informaciones que le remitían, que no conoció previa ni personalmente ninguna queja sobre los vuelos y que amparó un contrato que no era de su competencia ni le correspondía gestionar, según precisa. "Pero me sentí muy solo (salvo honrosas excepciones) en esa responsabilidad que no era mía y que se ha pretendido implacablemente residenciar en mí". En este sentido, agrega que "una intervención espontánea de los responsables de la contratación ante la opinión pública después del accidente habría evitado la incomprensible politización de un caso tan doloroso".

Sobre la ocupación de Perejil, Trillo afirma que "dentro de España, la opinión pública demandaba una reacción inequívoca del Gobierno". Finalmente revela que desde que dejó el Ministerio no ha mantenido "contacto de ningún tipo, directo e indirecto, con el Rey, ni con la familia real, prueba inequívoca de la exquisita neutralidad política de la Corona, al servicio de España".

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