A la espera del virus
Cada cierto tiempo, el virus de la gripe deja de ser más o menos benigno y sufre una mutación que lo hace más agresivo y mortífero. En los últimos 300 años ha habido 10 epidemias graves; en el siglo XX, tres cepas sufrieron esa mutación, la peor de todas en 1918, con una epidemia que provocó entre cincuenta y cien millones de muertos. Muchos científicos creen que la gripe aviar que afecta hoy a millones de aves en Asia y que acaba de ser detectada en Rusia puede terminar mutando de manera que se propague no sólo de los animales a las personas, como hasta ahora, sino de persona a persona, con una especial virulencia.
Hoy existen mejores medios para hacer frente a la eventual mutación de lo que ya se conoce como el virus H5N1. Pero en el globalizado mundo actual, el cierre de fronteras y los mecanismos de cuarentena aconsejados en estos casos pueden provocar pérdidas económicas mucho más importantes que a principios del siglo XX. Muchos científicos consideran insuficientes las medidas de prevención que se están adoptando. Según sus cálculos, la fabricación de una vacuna a escala mundial, imprescindible para hacer frente a ese virus, exigiría de cuatro a seis meses, una vez identificada la mutación. Mientras tanto, los enfermos tendrían que ser tratados con un antiviral fabricado exclusivamente por una gran multinacional. Muchos países ricos, entre ellos España, han encargado ya a esos laboratorios cantidades más o menos elevadas. El Reino Unido anunció la compra de dosis para 14,6 millones de personas. En España, el director general de Salud Pública ha declarado que será suficiente con disponer de dosis para dos millones de personas y que "ya han sido solicitadas". Sería interesante saber cómo se ha realizado ese cálculo y si las previsiones de Sanidad son las adecuadas para nuestra población y condiciones.
Pero lo que cada día resulta más evidente es que los países pobres y poco desarrollados no disponen de fondos para comprar un medicamento tan caro y que los preparativos se están limitando al mundo desarrollado. Cuanto más se tarde en establecer almacenes de antivirales en los países más pobres y en crear redes capaces de distribuir rápidamente la futura vacuna, más crece el riesgo de que la eventual epidemia de gripe termine provocando una inmensa catástrofe. Y nadie podrá alegar que no estaba avisado.
