_
_
_
_
_
Tribuna:EL DEBATE SOBRE EL DESEMPLEO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Baja el paro... o sube el paro?

Los autores sostienen que el mercado laboral atraviesa un buen momento pese a la aparente disparidad entre los datos de la EPA del segundo trimestre y el paro registrado en julio

En las dos últimas semanas han aparecido dos estadísticas referidas a la situación del paro en España que parecen contradictorias. Por una parte, la Encuesta de Población Activa (EPA), cuyos resultados del segundo trimestre se hicieron públicos el pasado día 29 de julio, una vez corregidos los efectos de los cambios metodológicos introducidos a principios de este año, arroja un descenso del número de parados de 209.000 con respecto al mismo trimestre del año anterior. Por otra parte, los datos del paro registrado en los servicios públicos de empleo, referidos al último día del mes de julio y hechos públicos el pasado día 2 de agosto, arrojan un incremento de 14.557 con respecto al mismo día del mes anterior. ¿Cómo puede ser? ¿Está bajando el paro, como dice la EPA, o está subiendo el paro, como dice el paro registrado?

Los poderes públicos harían un gran servicio si dejaran de politizar las estadísticas

Antes que nada, conviene hacer dos precisiones a los datos anteriores. Por una parte, los datos de la EPA se refieren a la media del segundo trimestre (meses de abril, mayo y junio), mientras que los datos del paro registrado se refieren al último día del mes de julio. Por otra parte, tanto el descenso del paro de la EPA como el aumento del registrado son estimaciones, ya que ambas fuentes estadísticas han sufrido cambios metodológicos importantes en 2005, que suponen mejoras en la forma de medir la realidad social, pero que provocan rupturas en las series estadísticas.

Sin embargo, lo más importante es que el paro de la EPA y el paro registrado no son cifras estrictamente comparables. La EPA pregunta a una muestra representativa de toda la población sobre su situación laboral, las características de su empleo, si lo tiene, sus actividades de búsqueda de empleo, si lo busca, su nivel de estudios, etcétera. Aplicando las definiciones internacionales en vigor, todas las personas entrevistadas son catalogadas como ocupadas, paradas o inactivas. A partir de las proyecciones de población que elabora el INE, los datos de esa muestra son elevados para obtener las cifras que se publican de población ocupada (empleo) y población parada. Los datos de la EPA se ajustan a los métodos y definiciones aprobados por la Comisión Europea. Son los datos válidos para las comparaciones internacionales, y los únicos que permiten calcular correctamente algunas magnitudes importantes, como la tasa de paro o de empleo (o de ocupación), utilizadas como variable objetivo de la política macroeconómica en el ámbito nacional y en el europeo.

A diferencia de la EPA, el paro registrado no es una encuesta por muestreo que se realiza al conjunto de la población, sino una cifra que se calcula a partir de un registro administrativo, el registro de demandantes de empleo. Un demandante de empleo es una persona que acude a un servicio público de empleo (las antiguas oficinas del Inem, ahora transferidas) y dice que quiere un empleo. No todas las personas que se inscriben en los servicios públicos de empleo afirman querer trabajar; algunas sólo se inscriben porque es un requisito para acceder a algún curso de formación, por ejemplo, o porque, de lo contrario, no pueden cobrar las prestaciones por desempleo. En algunos de estos casos, los servicios públicos de empleo excluyen a estas personas de la lista de demandantes de empleo y los catalogan como "demandantes de otros servicios". En la actualidad, hay unas 150.000 personas en esta situación. A los inscritos como demandantes, actualmente en torno a los tres millones, los servicios públicos de empleo les realizan preguntas necesarias para poder saber qué tipo de empleo desean y pueden realizar.

Naturalmente, ser demandante de empleo no es equivalente a ser parado. Pero si una encuesta aleatoria bien diseñada y basada en criterios internacionales puede tener dificultades para identificar a los parados, por las dificultades intrínsecas mencionadas antes, la obtención de cifras que pueden considerarse válidas a partir de un registro son mucho mayores. Para empezar, puede que no todas las personas paradas se hayan inscrito como demandantes. Además, puede que muchas de las inscritas como demandantes realmente se inscriban por otras razones ligadas a los derechos potenciales que puede generar la inscripción administrativa en el registro. Entre esos derechos, cabe mencionar la percepción de prestaciones por desempleo, las posibles ventajas que conceden algunos ayuntamientos a los parados y la posible ventaja derivada de la antigüedad en la inscripción.

Al publicar la estadística de paro registrado, el Servicio Público de Empleo Estatal (antes Inem) aplica unos criterios, definidos en 1985, según los cuales no se considera que forman parte del paro registrado los colectivos que ya tienen un empleo y los que se supone que tienen una baja disposición para trabajar. Los primeros son identificados mediante cruces con los registros de la Seguridad Social y los segundos según la información que se recaba de ellos. Así, los jubilados o pensionistas, los trabajadores eventuales agrarios subsidiados, los trabajadores fijos discontinuos en inactividad, los estudiantes y los demandantes de empleos específicos (de menos de tres meses de duración o de menos de 20 horas a la semana) no son incluidos en las cifras de paro registrado.

En abril de 2005, todo el sistema de gestión del empleo de los servicios públicos de empleo fue puesto al día, mediante la entrada en vigor del llamado SISPE (Sistema de Información de los Servicios Públicos de Empleo), que permite una mejor coordinación entre los distintos servicios autonómicos de empleo y el servicio estatal. La entrada en funcionamiento del SISPE trajo consigo la actualización de los procedimientos de contabilización del paro registrado.

Naturalmente, las nuevas cifras, aunque más fiables en sus propios términos (es decir, desde el punto de vista de la aplicación de la orden ministerial de 1985), siguen estando sometidas a los problemas antes citados, relacionados con el hecho de que se originan en un registro administrativo, y seguirían estándolo aunque se modificara la orden. Para todos los expertos, el énfasis que se sigue poniendo en las cifras de paro registrado es erróneo. El seguimiento de la coyuntura del mercado de trabajo debe basarse en los datos de la EPA, no en la cifra de paro registrado. Este último es un indicador interesante, por su inmediatez, ya que se publica sólo un par de días después de terminar el mes correspondiente, que permite una desagregación territorial máxima (dado su carácter registral), y que puede utilizarse como indicador adelantado de la EPA.

Eso nos lleva a las cifras de finales de julio de 2005. ¿Cómo puede ser que el paro registrado haya aumentado en julio, teniendo en cuenta, además, la tendencia favorable indicada por la EPA que, cabe esperar, se haya mantenido en un mes estacionalmente propicio como el que acaba de terminar? Para entenderlo, es útil darse cuenta de que el aumento de casi 15.000 personas es el resultado neto de una salida de la situación de paro de 355.000 personas (la mayoría por colocación) y la entrada en el paro de otras 370.000, muchas de ellas nuevas demandantes que pueden provenir del empleo, como sucede en algunos sectores que usan de forma abusiva la temporalidad, o personas que se incorporan al mercado de trabajo ante las buenas expectativas y que, con la nueva metodología del SISPE, son (correctamente) menos filtradas que antes.

En suma, la situación general del mercado de trabajo, tal y como indica el fuerte crecimiento del empleo de la EPA, es favorable. Lo mismo indican los datos de altas en Seguridad Social (afectados, por otra parte, por el proceso de regularización) y los datos de contratos. La cifra discordante del paro registrado no debe considerarse preocupante, aunque por la misma razón tampoco debe ensalzarse cuando sus resultados parecen más positivos. Los poderes públicos harían un gran servicio si dejaran de politizar las estadísticas.

Luis Garrido es catedrático de Sociología de la UNED, y Luis Toharia es catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Alcalá.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_