_
_
_
_
_
Crítica:CASAS RURALES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Panorámica en verde

Una enorme extensión de prados da vistas, sentido y nombre a este alojamiento rural, que acaba de abrir en un pueblo de nueve habitantes, Quintanaentello, en el último municipio de Burgos mirando hacia Cantabria; en la comarca de las Merindades, lindando con los valles de campurrianos y pasiegos. Ana Saiz aparcó su vida en la costa alicantina para volver a sus orígenes y cuidar de sus padres; poco a poco, los paisajes de nieve y soledad en invierno, de hierba y nieblas al atardecer en verano, la convencieron para quedarse. Le echó ganas y paciencia y ha convertido unas antiguas cuadras en el centro de turismo rural La Pradera. Junto a Juan Blaya, su pareja, arriesgó más, y decidió que el establecimiento rural tendría un restaurante abierto a diario. Y decidió ir un paso más allá del ambiente neorrural que se basa en reproducir el pasado y puso el contrapunto moderno y alegre en cada espacio. Mobiliario, telas y lámparas de estética y colores pop cuadran bien con la piedra, la madera y los balcones que se asoman a la iglesia con el nido de cigüeñas, el viejo lavadero, los chopos, sauces y saúcos, los prados en una secuencia limpia y casi infinita que llega en el horizonte al gran bosque de hayas de Carrales.

LA PRADERA

En Quintanaentello.

Valle de Valdebezana (Burgos).

Teléfonos 947 57 12 02 y 629 84 50 30. Habitaciones: 12 más una sin barreras de movilidad. Precio: 50 euros la habitación doble con desayuno. Restaurante con menús de 8 y 12 euros.

Las ventanas se abren a un pueblo frágil, nada empingorotado, y que, luchando contra la constante amenaza desde los años sesenta de quedar abandonado, aún conserva la auténtica vida de pueblo, con vacas, caballos y gallinas, la matanza del cerdo y las huertas con berzas y patatas, y sus olores a hierba recién segada y a ganado, y a la humedad que al atardecer suele traer el viento norte, que refresca el calendario por estas fechas y permite dormir sin agobios. En verano, las playas cántabras quedan a una hora. En invierno, la estación de esquí de Alto Campoo, a media hora. A dos kilómetros, Soncillo, un pueblo también muy pequeño, pero con todos los servicios básicos.

Boletín

Las mejores recomendaciones para viajar, cada semana en tu bandeja de entrada
RECÍBELAS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_