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Reportaje:

El petróleo, para los iraníes

Las compañías occidentales tienen limitadasu participación en los yacimientos de la república islámica

Ángeles Espinosa

"Necesitamos inversión local y extranjera para desarrollar nuestro país", admitió ayer Mahmud Ahmadineyad, quien también se declaró dispuesto a "eliminar los obstáculos administrativos" para atraer esa inversión. Sin embargo, ese objetivo casa mal con su declarada voluntad de favorecer a las empresas locales en el sector del petróleo, donde sin duda se concentra el interés internacional. Su elección ha despertado inquietud en el sector petrolero.

"La riqueza más importante de nuestro pueblo es el petróleo y su industria; en este terreno, daremos la prioridad a las empresas, los especialistas, los inversores y los trabajadores iraníes", reiteró Ahmadineyad. Su insistencia en la inversión local hace temer un abandono de la tímida apertura iniciada en ese terreno durante la presidencia de Mohamed Jatamí.

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"La teoría del petróleo de los conservadores impide desarrollar esa industria", explican fuentes de las multinacionales del sector. "La legislación islámica y la Constitución consideran que las riquezas naturales son propiedad nacional y, por lo tanto, cualquier intervención extranjera en ese ámbito se percibe como una merma de su independencia, pero mientras no se abran, no podrán obtener el capital y la tecnología que necesitan", aseguran.

De momento, las compañías extranjeras tienen limitada su participación a un sistema conocido en la jerga del sector como buyback, por el cual realizan el desarrollo técnico a cambio del pago de sus inversiones y una remuneración, acordada en contrato, mediante un porcentaje de la producción inicial. La fórmula les resulta insatisfactoria, pero suelen aceptarla como una forma de entrar en el mercado y con la vista puesta en una futura apertura.

"La industria petrolera sin duda prefería a Rafsanyani como presidente", admite un interlocutor, "porque podía internacionalizar el negocio, traer a Estados Unidos y mejorar los términos contractuales". Con Ahmadineyad, afirma, "nos podemos esperar cualquier cosa".

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Y sus primeras palabras no resultan precisamente tranquilizadoras. Su insistencia en que Irán no necesita a EE UU, más allá de consideraciones políticas o de orgullo nacional, contradice, a decir de los expertos del sector, su declarada voluntad de desarrollar la industria petrolera.

"Claro que necesitan a Estados Unidos", admite un directivo de una empresa europea. "Si conseguimos un contrato, hacen falta plataformas perforadoras y las compañías y los dueños de la mayoría de ellas son norteamericanos, lo que ya nos plantea limitaciones", añade.

El problema no se plantea del lado iraní, sino del estadounidense. Washington ha impuesto un riguroso régimen de sanciones a Irán que impide que sus empresas negocien con este país y amenaza también a las compañías extranjeras que inviertan más de 20 millones de dólares anuales en su sector energético.

"Recientemente tuvimos una reunión y nos dejaron claro que podíamos importar material y equipos de cualquier país del mundo, excepto de Israel y Argentina, pero claro las empresas de ingeniería puntera y las principales patentes son estadounidenses y no pueden venir a trabajar aquí", constata la fuente. Y esa prohibición es fruto de un problema político que no se arreglará mientras no se normalicen las relaciones entre Washington y Teherán.

"Ellos siempre insisten en que tienen las segundas reservas del mundo y es verdad que tienen un gran potencial, nadie lo niega, pero no pueden sacarle todo el partido que sería posible mientras exista esa dificultad política para atraer suficiente inversión y tecnología", resumen las fuentes consultadas.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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