Campeón a la primera
El Barça no prolonga el suspense y gana el título gracias a un gol de Eto'o que selló el empate ante el Levante
A la primera, como se merecía y demandaba, aunque de una manera más esforzada que lúcida, el Barcelona alcanzó una Liga por la que se ha desvivido desde hace temporada y media. Ningún otro equipo visualizó mejor el campeonato, peleó más por el título, apostó tanto por el trofeo, y sin embargo no por esperado resultará menos celebrado. De tan contento como está y se le nota, el barcelonismo se pondrá harto de vino por no decir de cava o de cerveza, porque de agua no la hay ni tampoco procede después de contar hasta seis años de sequía en el Camp Nou.
Aunque al equipo le ha faltado épica, incluso en el partido en que ganó la Liga, siempre ha tenido grandeza, sobre todo por la calidad, fiabilidad y regularidad de su juego, y también por la capacidad para gestionar las victorias. Ha nacido un nuevo Barcelona cuyo punto neurálgico está en el equilibrio, la sensatez y la cordura, para nada extremista, ajeno a los gatillazos y también a las hazañas. Tuvo que pelear anoche por el partido y por la Liga, porque si el Madrid se encogió en Sevilla, el Levante se creció en el Ciutat de Valencia, escenario en el que libró un encuentro noble y vigoroso. Así las cosas, el empate les valió a ambos en una noche que no admitía medias tintas. Revive el Levante y ya es campeón el Barça tras el gol inevitable de Eto'o, el pichichi, un futbolista que encuentra soluciones individuales a los problemas colectivos, y ayer los tuvo el Barcelona.
LEVANTE 1 - BARCELONA 1
Levante: Mora; Descarga, Alexis, Jesule, Pinillos; Ettien (Juanma, m. 67), Diego Camacho, Celestini, Jofre; Rivera y Congo (Reggi, m. 77).
Barcelona: Valdés; Oleguer, Puyol, Márquez, Van Bronckhorst (Sylvinho, m. 57); Iniesta (Motta, m. 52), Xavi, Deco; Giuly, Eto'o y Ronaldinho.
Goles: 1-0. M. 33. Rivera marca desde la frontal del área tras un pase de Congo. 1-1. M. 60. Xavi saca de esquina, Márquez la peina en plancha y Eto'o, en el segundo palo, marca de cabeza.
Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Van Bronckhorst, Congo, Ronaldinho, Jesule, Deco y Celestini.
Unos 22.000 espectadores en el estadio Ciutat de Valencia.
El equipo siempre ha tenido grandeza, sobre todo por su calidad, fiabilidad y regularidad
Más que condicionar el partido del Barça, el gol de Baptista al Madrid ayudó a destensar a la hinchada, siempre fiel al equipo en las finales, y el partido de ayer se había preparado exclusivamente para cantar el alirón. La excitación de la grada se transmitió a la cancha, y el Barcelona estuvo impreciso porque se precipitó en la elaboración del juego. Aunque trataban de masticar la pelota y gobernaban la contienda, a los barcelonistas les costaba ganar posiciones de remate porque el Levante estaba muy puesto en la faena y se puso aún más fiero. Los locales aceptaban el título de final que al encuentro le daban los forasteros. A unos les iba el descenso y a los otros el título. El gol se pagaba caro en una y otra portería, y bien que lo supieron muy pronto los delanteros, volteados en el balcón de las áreas, especialmente en la de Valdés, apuntado por un rival muy agresivo.
La calidad física de los azulgrana, determinante en los balones divididos, atormentaba a los barcelonistas, y Puyol se las tuvo muy tiesas con Ettien y Congo, que apretaron como dos búfalos. La intensidad aumentaba de forma acelerada para suerte del Levante, que crecía y crecía frente a un Barcelona más laborioso que clarividente. La ausencia de Belletti propició la entrada de Iniesta después de una ecuación que como resultado llevó a Oleguer al lateral y a Xavi al medio centro. Y al Barcelona le costó encontrar la línea de pase. Oltra acertó en la negación del Barça, sobre todo por el esfuerzo de los medios, estupendamente liderados por Camacho, y la habilidad de Rivera como enganche.
Rivera apareció para firmar el gol que muy bien se había trabajado el Levante y que minutos antes ya había acariciado en un posible penalti por manos de Gio. El árbitro se hizo el longuis, como también estuvo condescendiente con un cabezazo de Ronaldinho sobre Pinillos, decisiones que contrariaron a la afición local, en minoría frente a la rival. Ante la imposibilidad de los volantes para filtrar el cuero a los delanteros, el brasileño convirtió por un rato el partido en una cuestión personal. Al descanso, sin embargo, se llegó sin más novedad en el resultado que el tanto de Rivera por más que Eto'o rematara a la madera.
Las faltas se sucedían y el juego era demasiado trabado para el gusto de los barcelonistas, demasiado volteados, víctimas de su propia ansiedad, superados también por el entusiasmo y brío granota. Faltos de un volante que ejerciera de central, los laterales no cerraban bien y los puntas del Levante enfilaban a Valdés. La contienda quedó retratada en una jugada: Valdés, espléndido en un mano a mano con Congo, atajó muy bien un balón suelto para sacarlo muy mal de portería, tanto que quedó a merced de Jofre, cuyo remate repelió el poste. La entrada de Motta supuso a la larga un punto de inflexión porque hizo más reconocible al equipo, que pareció más natural y razonable.
Tuvo más cuerpo el Barcelona, que atrapó el empate en un córner botado por Xavi y que Eto'o remachó con la cabeza después que la peinara Márquez. Alcanzado el empate, no le costó al Barcelona mantener la pelota y el Levante cerrar su campo. Los dos se dieron por satisfechos y el partido murió de mala manera, con el árbitro dándole cuerda, mientras el Barça renunciaba a jugar la pelota y el Levante a quitársela, una situación muy incómoda para los protagonistas y que quemó y mucho en Mallorca. Al Levante y al Barça les importó un rábano. Los barcelonistas habían salido campeones por 17ª vez en una jornada que no admitía el escarnio de la derrota. El empate del Madrid decidió al fin y al cabo que al Barça le servía no perder, y, fiable como ha sido siempre, no falló el día en que había decidido ser campeón acurrucado por su hinchada desplazada a Valencia.
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