El falso deportado presenta sus mentiras como un apoyo a las víctimas
El Gobierno catalán retira a Enric Marco la Cruz de Sant Jordi
Enric Marco, el falso deportado que mintió durante 30 años sobre su internamiento en un campo de concentración nazi y recién destituido como presidente de la asociación Amical de Mauthausen, trató de justificarse ayer alegando que su impostura beneficiaba a la causa general de la deportación. Dijo haber usado "la aureola de superviviente para reclamar la atención" sobre los deportados y difundir su historia.
En una entrevista concedida a la televisión autonómica catalana, Marco pidió disculpas "a los que se hayan sentido estafados y engañados" y se mostró al borde de las lágrimas. Pero utilizó un tono retador y hasta indignado al afirmar que él también sufrió el terror nazi y reivindicar un lugar entre las víctimas. "¿Soy sólo un pícaro?, ¿De qué me he aprovechado?", se preguntó.
Marco explicó que, si bien es cierto que no estuvo en campo de concentración alguno, sí fue detenido y maltratado por la Gestapo en 1942, y aseguró que simplemente había extrapolado su experiencia a otro lugar. "Cambié el escenario, pero yo también soy un superviviente, ¿cómo se atreve alguien a decirme que yo no era de los suyos sólo porque no estuve en un campo de concentración?"
El ex presidente de Amical de Mauthausen afirmó que ni su familia conocía que su historia era falsa. "Es cierto que en este aspecto les he engañado, sí", admitió. No obstante, su esposa y sus hijas, dijo, le entienden y le apoyan.
El falso deportado se refirió ambiguamente a su "verdad", habló de "fantasía hecha realidad" y "desdoblamiento" y dijo que su convicción antinazi le llevó a inventar, que mintió "por una buena causa", para difundir mejor el dolor de las víctimas.
De la Cruz de Sant Jordi, la más alta condecoración de Cataluña, que posee y que la Generalitat ha anunciado ya que le retirará, dijo: "Creo que me la han dado por muchas cosas más, pero no importa, si he de devolverla, lo hago". La Generalitat rechazó la mentira de Marco e, igual que la Confederación para la Memoria Histórica de Cataluña, se solidarizó con "los valores" de asociación que presidió Marco.
La revelación de tres décadas de mentiras ha significado un mazazo para Amical de Mauthausen. "Sentimos un dolor tremendo. Es muy difícil y pesa mucho. Quizás más que por nosotros
[los miembros de la junta], por el mal que pueda hacer a los deportados", dijo ayer la presidenta en funciones de la asociación, Rosa Toran.
Añadió que nunca sospecharon nada, porque "Marco no era un desconocido cuando comenzó a colaborar con la asociación hace cinco o seis años. Tenía una trayectoria política y sindical y una biografía cuyo eje central era su condición de deportado".
"Nosotros actuamos de buena fe, la gente no viene aquí con un carné en la boca", subrayó Toran encogiéndose de hombros.
Para la deportada catalana en Ravensbrück Neus Català, única superviviente española del célebre campo de concentración nazi para mujeres, la impostura de Marco "ofende a los muertos". Català insistió ayer en que las mentiras del falso deportado son un acto indigno que no merece ningún tipo de comprensión ni disculpa.
Rosa Toran explicó que las medidas que Amical Mauthausen pueda tomar se decidirán en la asamblea extraordinaria que convocarán en breve. Pero no será fácil, porque Amical cuenta con 650 socios en toda España.
La asociación convocó a mediodía a la prensa para explicar con detalle cómo se precipitó el desenmascaramiento de "el señor Enric Marco", como se refirió al impostor.
Con semblante entero y midiendo cada una de sus palabras, Toran explicó que la asociación conoció el pasado domingo 1 de mayo -justo después de la reelección de Marco como presidente- la existencia de un informe que cuestionaba su condición de deportado. La junta instó al entonces presidente a aportar pruebas de su condición, pero juzgaron insuficientes los documentos aportados. Le pidieron que renunciara al cargo y que no participara en los actos de homenaje a los deportados en Mauthausen de cinco días después.
Simultáneamente, decidieron no hacer público el engaño para no empañar el homenaje. Sin embargo, sí acordaron comunicar el descubrimiento al Comité Internacional de Mauthausen y a los Gobierno español y catalán, en tanto que instituciones implicadas en el viaje conmemorativo. La reacción del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y del consejero de Relaciones Institucionales de la Generalitat, Joan Saura, fue la de "aceptar que el reconocimiento a los deportados estaba por encima de la trayectoria de una persona", en palabras de Toran. "La gran paradoja es que el señor Enric Marco hubiera podido llegar a ser presidente de Amical sin ser deportado", concluyó.
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