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ELECCIONES EN REINO UNIDO | La votación

Los británicos optan entre castigar a Blair o dar al laborismo su tercera victoria

Los sondeos pronostican la derrota del Partido Conservador y un gran avance liberal

Más de 44 millones de británicos deciden hoy en las urnas si le otorgan al Partido Laborista una tercera e histórica gran victoria, o si optan por castigar a Tony Blair por la guerra de Irak y recortar su actual mayoría. La victoria del Partido Conservador, que sigue bajando en los sondeos preelectorales, sería una sorpresa de proporciones mayúsculas, superior incluso a sus triunfos contra pronóstico en 1970 y 1992. Los sondeos apuntan también a un sólido avance de los liberales-demócratas, aunque está por ver si ese aumento de votos se transforma en escaños.

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Una campaña larga y crispada

En el último día de campaña, los tres líderes nacionales hicieron un postrero esfuerzo por atraer a los indecisos en aquellas circunscripciones en las que el resultado es aún incierto. Es la última esperanza de los conservadores, apabullados por unos sondeos inequívocamente a la baja en los últimos días. El mejor para ellos es el publicado ayer por You/Gov, el único que se hace a través de Internet, en el que están a cuatro puntos de distancia de los laboristas. El problema es que el lunes estaban a dos puntos y hace dos semanas a un punto.

En los demás sondeos la distancia entre conservadores y laboristas oscila entre los 8 y los 13 puntos. La media de todos otorgan a los laboristas el 39,2% de los votos (sólo 1,5 puntos menos que en 2001 a pesar del desgaste de esta legislatura), a los tories el 30,3% (por debajo del 31,7% que obtuvieron hace cuatro años) y a los liberales-demócratas el 22,3% (cuatro puntos más que en las anteriores elecciones). Con esos resultados, el laborismo se acercaría a la aplastante victoria que le dio una mayoría de 165 escaños.

Tras un arranque de campaña en el que tuvo que apoyarse en Gordon Brown (ministro de Finanzas), su gran rival interno, y después de varios días acosado por el fantasma de la guerra de Irak, Blair parece otra vez radiante y convencido de la victoria. Sus llamamientos advirtiendo de que los tories pueden entrar por la puerta de atrás parecen mera retórica preventiva a pesar de que el sistema electoral británico (cada una de las 646 circunscripciones adjudica un escaño al candidato que tenga más votos aunque no sume la mayoría) deja siempre las puertas abiertas a la prudencia.

"Sabemos que no lo hemos hecho todo. Sabemos que no todos estáis de acuerdo con todo lo que hemos hecho. Pero a pesar de los retos pendientes, estamos orgullosos de que el Reino Unido sea un lugar mejor y más justo que hace ocho años", escriben en comandita Blair y Brown en una última carta a los votantes. Una carta en la que parecen disculparse ante cada elector potencial por lo que menos le haya gustado en estos cuatro años, desde la guerra de Irak a la reforma de las tasas universitarias o la creciente privatización de la sanidad pública o las restrictivas leyes antiterroristas.

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Hincha del Liverpool

Michael Howard siguió ayer poniéndole al mal tiempo buena cara. "Estamos perdiendo 2 a 0 en el descanso", dijo ya a media campaña. Pero Howard es hincha del Liverpool y puede creer en los milagros después de que su equipo eliminara de la Liga de Campeones contra pronóstico al arrogante Chelsea. Pero la realidad es que el objetivo de Howard no es ganar la Liga, sino mantenerse en primera división. Y para ello necesita superar con cierta holgura los 200 diputados y dejar las cosas listas para que los tories puedan pensar con más optimismo en las próximas elecciones.

Los liberales-demócratas de Charles Kennedy se han fijado el objetivo de romper el bipartidismo. Pero para conseguirlo no les basta con aumentar su porcentaje de voto desde el 18,3% de hace cuatro años al 22% o el 25% que predicen las encuestas. Ha de transformar esos votos en escaños y pasar de los actuales 52 a una cifra que ronde los 70. Pero eso no es fácil con un sistema electoral que beneficia al partido más votado en perjuicio de todos los demás.

Y necesitan algo más: que los electores castiguen a Blair y reduzcan de manera sustancial la actual mayoría laborista de 165 diputados. Por mucho que suban los liberales, su influencia apenas aumentará si el partido del Gobierno tiene una mayoría tan confortable. Ésa parece la verdadera elección de los comicios de hoy: mantener o reducir la mayoría laborista. Cualquier cosa por debajo de los 80 diputados puede ser un problema para Blair, cuyo romance con Brown puede acabar mañana mismo.

Tony Blair y su ministro de Finanzas, Gordon Brown, ayer en el aeródromo de Elstree.
Tony Blair y su ministro de Finanzas, Gordon Brown, ayer en el aeródromo de Elstree.REUTERS

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