Chiíes y suníes se culpan del retraso en la formación del nuevo Gobierno

Mientras se multiplican los atentados, los políticos iraquíes encargados de pilotar la transición parecen más enfrentados que nunca. Una parte de los ministros tomaron posesión el martes: seis de los 35 (que podrían llegar a 36 si se crea otro viceprimer ministro) aún no han sido designados, entre ellos Defensa y Petróleo; son los destinados a los árabes suníes (20% de la población) y a los que EE UU vincula con la insurgencia.

El primer ministro, Ibrahim al Yafari -de la coalición chií ganadora de las elecciones (que logró 140 escaños)-, prometió una rápida solución ("dos o tres días", dijo), admitió que el desacuerdo representaba un revés y culpó de ello a la división entre los suníes.

Gazi al Yauar, uno de los actuales vicepresidentes convertido en la cabeza política de los árabes suníes, escenificó el desacuerdo al no asistir a la toma de posesión del Gobierno. Pero el problema no es de puestos. Los árabes suníes exigen su derecho a decidir quiénes serán sus ministros y la coalición formada entre chiíes y kurdos (segundos en las elecciones con 75 escaños de un Parlamento de 275) insiste en su derecho de veto.

La condición es que los candidatos propuestos por los suníes no tengan pasado baazista ni estén implicados en delitos de sangre, una exigencia difícil de cumplir; en los 24 años de Sadam Husein los principales puestos del régimen estuvieron ocupados por ellos.