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Reportaje:

Newton en el Parque de Atracciones

Las instalaciones del principal centro de ocio de Madrid se convierten en un gran laboratorio de física

Si el físico Isaac Newton pudiera visitar el Parque de Atracciones de Madrid, se quedaría fascinado por el número de máquinas creadas para divertirse que aplican sus teorías sobre el movimiento. Partiendo de esta idea, dos profesores del instituto Las Lagunas de Rivas-Vaciamadrid crearon un cuaderno de problemas de física en el que ponían ejemplos prácticos utilizando las máquinas del Parque de Atracciones. "Un alumno entiende mucho mejor qué es la caída libre cuando la experimenta en su propio cuerpo montado en la Lanzadera", explica Fernando Ignacio de Prada, uno de los profesores.

Este cuaderno, que diseñaron hace tres años De Prada y José Antonio Martínez Pons, ganó el concurso de materiales didácticos de la Comunidad de Madrid y el azar quiso que cayera en las manos del director comercial del Parque de Atracciones, Ignacio Díez, que decidió repartirlo entre los más de 70.000 escolares que anualmente visitan sus instalaciones. El director del parque, Ángel González, junto con Gonzalo Echagüe, presidente del Colegio Nacional de Físicos, y la directora general de Juventud, María Fuster, presentaron ayer la iniciativa, que coincide con el año mundial de la física, ya que hace un siglo Albert Einstein escribió cinco artículos que cambiaron el rumbo de la física y la sociedad.

"Un alumno entiende qué es la caída libre cuando la experimenta", afirma un profesor
Los autores de la idea creen que "introducir la ciencia en el día a día despierta vocaciones"

El Parque de Atracciones se convirtió en un laboratorio de física gigante para 35 alumnos del instituto Las Lagunas de Rivas- Vaciamadrid. Pusieron a prueba sus conocimientos de la materia y experimentaron en sus propias carnes algunos fundamentos de física y diversos movimientos como el centrípeto, el pendular o las leyes de la dinámica de Newton.

Para ello probaron cuatro atracciones: la Lanzadera, para sentir la caída libre; la montaña rusa de los Siete Picos, para estudiar el principio de conservación de la energía cinética; las Sillas Voladoras, donde se vive el movimiento centrípeto, y el Mas Max, mejor conocido como barco pirata, donde se comprueba el movimiento oscilatorio y pendular. En el cuaderno también se incluyen problemas sobre el Tornado, que ayer no estuvo en funcionamiento.

"Les permite experimentar en primera persona y de forma divertida y excitante. Ayuda también a acabar con el cliché de que la física es complicada e inasequible. Permite además que todos los alumnos participen. Si les ilusionas, luego viene lo demás", explicó el profesor Fernando Ignacio de Prada, uno de los creadores del cuaderno.

La directora general de Juventud del Ayuntamiento de Madrid, que también probó algunas atracciones, lo remarcó: "La diversión no está reñida con el aprendizaje. Aquí los alumnos podrán experimentar lo que la física recoge en sus ecuaciones".

A los pies de la Lanzadera -una instalación que eleva a los usuarios a 63 metros de altura para dejarlos caer en caída libre a 80 kilómetros por hora- se podía ver ayer a un montón de adolescentes con instrumentos de laboratorio, como un tubo de plástico que en realidad era un medidor de la aceleración, liderados por uno de sus profesores: "Aquí vais a sentir la fuerza de la gravedad en vuestro propio cuerpo", les decía. El otro promotor de la idea, el profesor José Antonio Martínez Pons, observaba desde tierra sin subirse a ninguna de las atracciones porque asegura que tiene vértigo.

Después, cuando la velocidad y las emociones queden un poco más lejos, en su cuaderno de ejercicios los alumnos tendrán que responder a varias cuestiones relacionadas con la física y con lo que han experimentado en la atracción: "¿Qué clase de movimiento experimentas en la caída libre? ¿Qué valor tiene la aceleración con la que desciendes en la caída libre?¿Experimentan algún cambio tu masa y tu peso en la caída libre?".

Hay preguntas adaptadas a distintos niveles. Esta iniciativa sirve, por tanto, para alumnos de 4º de ESO, 1º y 2º de bachillerato, e incluso algunos centros universitarios se han interesado en conseguir este cuaderno de ejercicicios para reforzar los conocimientos de quienes llegan con un nivel más bajo.

Gonzalo Echagüe, presidente del Colegio Nacional de Físicos, destacó que esta apuesta "introduce la física en el día a día, en la sociedad", y que es una buena manera para "despertar vocaciones científicas, tan en crisis hoy en día".

En el siglo XVII, Isaac Newton usó para hacer sus descubrimientos una manzana. ¿Qué serán capaces de descubrir los chicos del siglo XXI con un parque de atracciones completo a su disposición?

Más información:

91 526 80 31. Precio: 14,50 euros. www.parquedeatracciones.es

"Es mejor sentir que la teoría"

Francisco Javier Lucena, de 17 años, y Antón Stefanov, de 19, son dos de los 35 alumnos que ayer probaron el gran laboratorio de física del Parque de Atracciones de Madrid. Estudian 2º de Bachillerato en la rama de ciencias puras. "Es mucho más interesante sentir lo que te han explicado que quedarte sólo en la teoría de clase", asegura Francisco Javier. Para Antón, lo mejor se resume en un descubrimiento: "La física está en todos los momentos de nuestra vida".

Su profesor José Antonio Martínez, de 58 años, que asegura que se convirtió en físico por su admiración a Julio Verne, aclara que cada atracción es una mina para explicar física. En la Lanzadera, por ejemplo, comprobaron tres tipos de movimiento: uniforme, al subir; caída libre, al bajar y uniformemente retardado, al frenar.

Los alumnos llevaban un cronómetro para calcular el tiempo que tardaban en hacer cada uno de ellos; aunque el de descenso era imposible de calcular, "también sirve para que asuman las limitaciones del cronómetro", asegura su profesor.

En la Lanzadera se puede calcular igualmente la aceleración con un acelerómetro: un tubo graduado con un resorte y un peso en el que se va marcando la aceleración con la que caen. Pero una simple moneda sobre la rodilla sirvió a algunos alumnos para comprobar cómo la moneda flotaba en el aire mientras bajaban.

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