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Reportaje:

Sin problemas a 22 bajo cero

Los vecinos de la Montaña alavesa esperan aburridos a que desaparezca la nieve, perenne desde fines de enero

Hace una semana, el termómetro de Iturrieta (Álava) bajó hasta los 22 bajo cero, pero los matrimonios formados por Manuel García de Vicuña y María Ángeles Cuesta y José Porcel y Antonia Santiago no tiritaron lo más mínimo. Están acostumbrados desde hace años a convivir con las temperaturas más bajas que vive un núcleo habitado del País Vasco. Y este invierno han sufrido varias jornadas el rigor del hielo, sin quedarse incomunicados en ningún momento.

El caso de Iturrieta ha sido el extremo de uno de los inviernos más duros de los últimos 50 años, según las estadísticas. Durante febrero, Guipúzcoa ha registrado una temperatura media de 5,1º, la más baja desde 1965. En Vizcaya, febrero se cerró con una media de 6,3º. Desde 1963 no se registraba un frío tan intenso, que dejó 6º de promedio. Y en Álava la media del mes pasado fue de 2,4º por 2,3º de igual mes en 1983. Los alaveses han soportado en febrero 18 días con temperaturas bajo cero.

Los alaveses han soportado en febrero 18 días por debajo de los cero grados

Las dos familias de Iturrieta trabajan en el Centro de Investigación sobre la Patata, que dirige Javier Pascualena, quien ha llegado todos los días desde Vitoria hasta su puesto de trabajo. "Aunque el paisaje del puerto de Opakua impresione, lo cierto es que gracias a una familia de San Vicente de Arana, la carretera ha estado siempre transitable entre Salvatierra y Campezo", dice, mientras García de Vicuña repasa los datos de su estación meteorológica: prácticamente desde Navidad no han pasado de 0º y la nieve, que ayer alcanzaba un metro de altura, es perenne desde principios de enero.

Los campos y bosques que se disfrutan desde las primeras cuestas del puerto de Opakua hasta San Vicente de Arana fascinan, pero también pueden empachar: "Hemos vivido nevadas tan copiosas como ésta, sin ir más lejos el año pasado, pero no recuerdo ningún invierno tan largo en los últimos veinte años", apunta el vecino de Iturrieta. En el restaurante Obenkun de San Vicente de Arana, la emoción por la nieve hace tiempo que se volvió aburrimiento. "No viene nadie, salvo el panadero, que no ha faltado ni un día", dice Miren, la camarera mientras atiende a una clientela formada por tres vecinos.

Durante estos días, la actividad diaria desaparece. No se puede labrar la tierra y el ganado se queda estabulado. A pocos les coge de improviso la nevada. Son pocos los que no han bajado los caballos al pueblo. La excepción la han puesto unos ganaderos de Peñacerrada, que tuvieron que abrirse camino con una pala para poder subir paja a unas yeguas famélicas que se habían quedado aisladas en el monte Toloño.

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"La gente que vive en la montaña está preparada para estas inclemencias", afirma Pascualena. Y se lo pregunta a su compañero Manuel: "¿Hasta cuándo podéis aguantar con la comida que tenéis?" "Hasta mayo", le responde. Afortunadamente, para entonces, las previsiones hablan de una mejora del tiempo sustancial que permitirá llenar despensas y congeladores. Hasta el invierno que viene.

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