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Crónica:FÚTBOL | Vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pesadilla en San Mamés

El Austria derrumba el sueño europeo del Athletic, que acabó bailado por su rival

San Mamés soñaba con la goleada. La olía y la deseaba. Las heridas del interminable viaje a Viena y las desavenencias entre los clubes, que en ocasiones rayó con la chabacanería, el ansia de venganza deportiva y una cierta minusvaloración del Austria de Viena, le hirvieron al Athletic en la sangre, hasta el punto de olvidarse del fútbol y, de paso, de la Copa de la UEFA.

El Athletic es un edificio sin acabar, una invitación al espectáculo, por su corazón partido (mucho ataque, ninguna defensa). Y entre sus virtudes no se encuentra la buena lectura de los partidos. Los lee con el corazón más que con la cabeza y a veces le da la taquicardia. Ayer, sin ir mas lejos exhibió toda la candidez de la que es capaz y acabó bailado por un equipito que, eso sí, se sabe el oficio. Nada más.

ATHLETIC 1 - AUSTRIA 2

Athletic: Lafuente; Iraola, Murillo, Prieto (Lacruz, m. 46), Del Horno; Orbaiz, Gurpegui (Tiko, m. 72); Etxeberria, Yeste, Ezquerro (Llorente, m. 72); y Urzaiz.

Austria de Viena: Didulica: Dospel, Afolabi, Antonsson, Papac; Sionko, Kiesenebner, Blanchard, Vachovsek (Metz, m. 89);Vastic (Gilewicz, m. 78) y Dosunmu (Rushfeldt, m. 84).

Goles: 1-0. M. 20. Pernalti de Dospel, por mano, que transforma Yeste engañando a Didulica.

1-1. M. 35. Error de Lafuente en el despeje que acaba en los pies de Sionko que marca por bajo.

1-2. M. 70. Sionko aprovecha un barullo en el área para batir a Lafuente

Árbitro: Grzegorz Gilewski (Polonia). Amonestó a Dosunmu, Vastic, Gilewicz y Murillo.

Unos 38.000 espectadores en San Mamés.

Ni con el penalti (muy discutible porque la mano de Dospel pareció fuera del área) supo el Athletic cómo afrontar el desafío. Fiel a sus viejas virtudes, parece una batalla perdida exigirle al equipo rojiblanco el temple necesario para frenar los partidos, ponerles la pausa necesaria; en definitiva, hacer valer las condiciones favorables, especialmente en una eliminatoria.. Todo lo que le faltó al Athletic lo tuvo el Austria de Viena, que siempre supo manejar el juego al modo conveniente, es decir, templar gaitas en el centro del campo y buscar a su arma secreta, el nigeriano Dosunmu, -tan secreta que fue reservasdo en la ida para no dar pistas-, una bala demasiado rápida para la fragilísima defensa rojiblanca. Él solo la desacreditó para siempre.

Bien es cierto que entre el gol de Yeste de penalti y la decaída rojiblanca medió un error clamoroso de Lafuente que propició el empate de Sionko, el goleador de la tarde. Un accidente con el que siempre hay que contar cuando del Athletic se trata, un equipo muy poco fiable en las jugadas más sencillas. Hasta tres futbolistas rojiblancos anduvieron junto al balón, que finalmente pifió el guardameta para que Sionko, en el otro costado, marcara el empate.

El Austria es un equipo concebido para el contragolpe. Es decir, un colectivo que sufre cuando tiene que jugar en poco terreno. El Athletic lo tuvo donde quería cuando Yeste adelantó a su equipo, pero el conjunto austriaco, menos presionado que el bilbaíno, supo reaccionar con calma. Mantuvo las líneas intactas y esperó su momento. Que llegó.

Tras el empate, el Athletic fue un cántico a la inoperancia. Yeste jamás encontró su lugar en el campo, lo que automáticamente significa que juega por su cuenta, que juega solo, ajeno al partido y el equipo. Y entonces sufre, y no crea, y se hace ramplón en su búsqueda desesperada de Urzaiz, mejor marcado de lo esperado por el defensa Afolabi.

Tuvo el Athletic un pecado de inconsciencia. Padeció el síndrome del público, que dio el partido por ganado y la eliminatoria por superada desde el primer partido fallido en Viena. El Austria era algo más que una banda de amigos empeñados en revolver la eliminatoria por los vericuetos de la insolencia. Era un equipo apañadito, pero un equipo con la lección aprendida. Dosunmu era un cuchillo en la mantequilla, Blanchard ponía la pausa, Sionko la sabiduría y Kiesenebner el poder. Con esas armas no solo ganó el partido, cuando Sionko aprovechó otro error defensivo del Athletic, sino que acabó bailando al conjunto rojiblanco con un contragolpe que no supo traducir en goleada.

La UEFA, el sueño de San Mamés, acabó en pesadilla y dejó secuelas. El partido acabó entre incidentes en las gradas, conflictos con los guardias jurados, peleas, presencia masiva de la Ertzaintza en los aledaños del estadio, donde se produjo alguna que otra carga contra los aficionados más violentos. Un estado, en fin, de frustración generalizado, similar al que transmitieron los futbolistas en el terreno de juego. Pero lo cierto es que el Athletic, con sus centrocampistas atascados (Orbaiz y Gurpegui), sin juego por las bandas y poco remate, además del parte habitual de desastres en la defensa, no fue, ni en Viena, ni en Bilbao, superior al Austria.

Del Horno se lamenta tras un lance del juego.
Del Horno se lamenta tras un lance del juego.TXETXU BERRUEZO

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