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Entrevista:VIVIAN IDREOS ELLULL | Intérprete y escritora

"No he podido echar raíces en ninguna parte"

Miquel Alberola

Pregunta. Está buscando malteses en Valencia para recomponer su historia.

Respuesta. Quiero hacer una investigación sobre posibles antepasados en esta ciudad. Tengo entendido que pueden existir otros Ellull, que es el apellido de mi madre que es maltesa. Llevo bastante tiempo investigando los flujos migratorios de Malta y aquí se establecieron muchos de ellos.

P. ¿Qué la impulsó a escribir Los últimos hijos de Constantinopla, la historia de su familia?

R. Mi familia ha vivido unos acontecimientos únicos y yo he sido la feliz heredera de esos relatos que se remontan a 1854, cuando la familia recibe una invitación de parte del sultán de Constantinopla, a través de la reina Victoria, puesto que Malta era un territorio británico, para reconstruir el puerto. No sabía qué hacer con la historia de la saga familiar hasta que una catedrática de historia me dijo que tenía que escribir un libro. Y lo hice de la manera más objetiva posible. Los intérpretes somos mensajeros de la paz, puesto que de nosotros depende el buen entendimiento entre distintos pueblos y culturas. Y lo escribí con el mismo afán con el que ejerzo mi profesión. Sé que no es una gran obra literaria, pero tenía mucho que contar y pasar ese mensaje de convivencia.

P. ¿Se quedaron en Turquía?

R. Hasta 1941. Turquía tenía muchos problemas con los poderes establecidos y los intereses creados que no la dejaban evolucionar. Tenía como 30 religiones distintas y una infinidad de etnias, pero todas convivían de una manera pacífica sin mezclarse, aunque con bastantes intercambios y buena vecindad. Pero esto terminó con el auge del nacionalismo excluyente.

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P. ¿De qué modo lo sufrió su familia?

R. Mi familia tuvo su empresa de construcción de barcos y actividades submarinas. Había amasado una gran fortuna y formaba parte de la alta sociedad. Pero la situación cambió. Surgió el movimiento de los jóvenes turcos, que quería establecer los principios de la Revolución Francesa pero terminó siendo nacionalista excluyente, con limpieza étnica. Todo fue nacionalizado y se quedaron en la calle sin derecho a trabajar. Como eran súbditos británicos, la embajada les ofreció ir a la India o a Egipto como refugiados.

P. Usted nació en El Cairo, con el asedio nazi.

R. Sí, mi madre conoció allí a mi padre, que era griego de Chipre y trabajaba como médico para las tropas británicas. La guerra mundial nos llevó de allí a Chipre, y luego a Grecia, donde mi padre trabajó para el Plan Marshall. Después fuimos a Suiza, y de allí mi padre me mandó a Inglaterra para estudiar.

P. Ha vivido en Egipto, Chipre, Grecia, Suiza, Inglaterra y España. ¿Qué se considera?

R. Me siento a gusto en todas partes y en ninguna. No he podido echar raíces en ninguna parte, pero he podido entender los distintos países en que me ha tocado vivir. He salido muy enriquecida y me siento muy agradecida con el destino. Pienso que si todos tuviésemos esa suerte habría más capacidad de entendimiento.

P. No asume ninguna nacionalidad.

R. No, y cuando me preguntan de dónde soy es lo peor que me pueden preguntar. En todas partes siento que hay algo muy vibrante que merece la pena. No me quiero atar a ninguna nacionalidad ni a ninguna religión.

P. ¿Cree que ahora se está produciendo un choque de civilizaciones?

R. Lo que hay, como siempre, es un choque de intereses económicos y políticos. Las culturas, las civilizaciones y las religiones se utilizan como pretexto.

EN DOS TRAZOS

Vivian Idreos Ellull (El Cairo, Egipto, 1943) proviene de una saga de malteses y chipriotas vapuleada al ritmo de los acontecimientos del siglo XX. Educada en tres modos de religión (ortodoxa, católica y protestante) y en selectos colegios europeos, ha trabajado como intérprete para Naciones Unidas y diversas organizaciones internacionales. Sin ser escritora ni disponer de tiempo escribió 'Los últimos hijos de Constantinopla', una novela sobre la lucha de su familia que le costó mucho publicar y cuya venta destina a ayudar a los niños abandonados en Colombia.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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