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Los astrónomos detectan la mayor explosión cósmica observada hasta ahora

La radiación que llegó a la Tierra en un segundo superó la emitida por el Sol en 150.000 años

Un día después del maremoto del océano Índico, el 27 de diciembre, la Tierra se vio invisiblemente afectada por otro cataclismo natural que tuvo lugar en una estrella a 50.000 años luz, en la dirección de la constelación Sagitario. En esa fecha, la radiación que llegó a la Tierra en menos de un segundo fue igual que la que ha emitido el Sol durante 150.000 años, han concretado los responsables de los 15 telescopios terrestres y espaciales que detectaron y luego siguieron esta explosión cósmica, la más brillante observada nunca.

El cataclismo fue detectado en principio como un estallido de rayos gamma y rayos X, radiaciones de alta energía invisibles para el ojo humano, que duró menos de un segundo. Fue tan grande el estallido que saturó los detectores de algunos de los telescopios espaciales que observan este tipo de fenómenos, como el Swift y el Rhessi estadounidenses y el Integral europeo.

La radiación llegó a penetrar en la ionosfera terrestre más profundamente que en los casos de grandes erupciones solares y los átomos que resultaron rotos (ionizados) durante al menos cinco minutos afectaron a las comunicaciones en onda larga, han confirmado ahora los astrofísicos de la Universidad de California. También se produjeron problemas transitorios en al menos 15 satélites, científicos o de comunicaciones, y un satélite ruso de observación, Coronas-F, incluso detectó rayos gamma que habían resultado reflejados por la Luna hacia la Tierra, cuya atmósfera protege de los rayos de alta energía.

Los astrónomos se avisaron unos a otros inmediatamente y varios telescopios más, entre ellos la potente red VLA de radiotelescopios, se unieron al estudio, que todavía continúan en frecuencias mucho más bajas. Varias instituciones (la NASA, la National Science Foundation de EE UU, la Royal Society británica y la Agencia Nacional de Telescopios de Australia y la Universidad Ben Gurion de Israel, entre otras), han presentado ahora el resultado de de sus observaciones, listos ya para publicar.

Al otro lado de la galaxia

Coinciden los científicos en que el origen de la radiación es una estrella de neutrones especial, del tipo magnetar, que está a unos 50.000 años luz de la Tierra (3.000 millones de veces la distancia de la Tierra al Sol) al otro lado de la Vía Láctea. Se cree que estos cuerpos celestes, casi tan difíciles de imaginar como los agujeros negros, son el resto del colapso de estrellas mucho más masivas que el Sol que explotan en forma de supernovas. Lo que queda, según la hipótesis aceptada, es una estrella muy pequeña, de apenas 25 kilómetros de diámetro, con una masa superior a la del Sol y una densidad billones de veces más alta que la de la materia ordinaria. Cuando esta estrella está además altísimamente magnetizada se denomina magnetar y algunas de ellas se detectan como un punto en el cielo que emite de vez en cuando rayos gamma poco energéticos y rayos X. Aunque hay millones de estrellas de neutrones en la galaxia, sólo se conoce una docena de magnetares, explican los astrofísicos, entre ellos la SGR 1806-20 que se considera el origen de este estallido de rayos gamma.

¿Y qué tipo de cataclismo tuvo lugar en la estrella? Los teóricos creen que la superficie de estos cuerpos celestes está sometida a enormes presiones debidas al alto campo magnético, que produce fenómenos parecidos a las erupciones o terremotos terrestres pero a un nivel tan alto de energía que sólo se pueden imaginar en el campo de la física de partículas.

En los últimos 35 años sólo se han detectado dos explosiones similares y la mayor, en 1998, era 100 veces menor que la actual. "Si esto hubiera pasado a 10 años luz de la Tierra habría dañado mucho nuestra atmósfera y probablemente causado una extinción en masa", ha declarado Bryan Gaensler, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian. Sin embargo, el magnetar más cercano detectado está a 13.000 años luz.

El estudio de los estallidos de rayos gamma, comunes en el Universo, se ha impulsado en los últimos años con satélites especialmente diseñados para su detección. Sigue, sin embargo, sin dilucidarse su origen. Se cree que algunos corresponden a la formación de agujeros negros a distancias cósmicas, pero el estallido del 27 de diciembre está haciendo pensar que en una proporción mayor que la estimada hasta ahora pueden proceder de estrellas de neutrones mucho más cercanas.

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