Por un puñado de dólares
El desierto de Tabernas ofrece una ocasión inolvidable para disfrutar de la soledad y de un paisaje lleno de misteriosa belleza
Por los ralos montes de Tabernas, el mayor desierto de Europa, se perdió el sonido del disparo, no sé si hecho por un cazador furtivo o porque alguien hacía prácticas de tiro en el poblado del Oeste. El único pájaro levantó el vuelo y fue a posarse en una retama.
El viajero parecía vivir algunas alucinaciones. A lo lejos se oía el leve trote de unos caballos, apareció una cuadrilla de forajidos y el silbido de muerte de Sergio Leone se perdió entre remolinos de polvo y matojos resecos que se llevaba el viento alocado. El viajero se secó el sudor con el pañuelo que llevaba al cuello, levantó la vista y se perdió en la lejanía de una tierra que parecía la piel de un camello: ocre y quemada por un sol cegador. Estaba en el desierto de Tabernas, en las estribaciones de la alpujarra almeriense, con dos mil kilómetros cuadrados de pedregales, montes modelados por el viento, zigzagueantes ramblas donde florecen matorrales y arbustos de retama, artemisa, siempreviva, tomillo y salicornias. El viajero, que no había tomado la precaución de llevar sombrero de paja y cantimplora con agua, creyó ver a Lee Van Cleff y Clint Eastwood en El bueno, el feo y el malo. Tabernas, hace años, fue un inmenso plató de cine para los spaguetti-western. Tabernas, como California o Arizona
Buscó una sombra el viajero y no la encontró, pero aquella tierra reseca, moldeada por el viento y las frías noches parecía tener un imán especial y siguió su ruta. A lo lejos, como una sombra, se fueron perdiendo los forajidos que vendían cara su vida por un puñado de dólares, en el artificial poblado del Oeste. Hay viajeros y visitantes del poblado del Oeste que, sentados en mecedora bajo los porches, aún dicen recordar a Sean Connery con Brigitte Bardot a la grupa de caballo toldo o a Claudia Cardinale y Omar Sharif. Tiempos aquellos en los que todavía surcaban sus aires el halcón peregrino, las águilas perdiceras; vencejos reales y cernícalos. Ahora, con suerte, ves levantarse de las umbrosas correntías (ramblas) una paloma o unas grajillas, mientras que a lo lejos retumba el sonido de un tubo de escape de moto.
Ya no hay actores y se ruedan pocas películas. El poblado del Oeste está de reclamo turístico; mejor ir ahora, en invierno. Sería un aventura suicida hacerlo en verano porque las temperaturas no bajan de cuarenta grados; las noches son, por contra frías, y ni un sólo árbol en el que encontrar refrescante sombra. Y es precisamente por ello por lo que se sienten atraídos los viajeros de mochila y cantimplora, como antes. Ciertamente no es un paseo cómodo, pero en invierno y primavera bien merece una visita para encontrar paisajes casi lunares o subsaharianos, donde es posible encontrar pesado silencio. Hay sensaciones que para el viajero son como un deseado maná porque en varios kilómetros a la redonda no hay nadie, quizás un amante de la naturaleza que se detiene para admirar especies que no es fácil encontrar en otro lugar de Europa. O acaso, porque ha escogido una correntía donde las escasas plantas se pelean por una gota de agua o de rocío, subir a los montes ralos desde donde divisar las nieves perennes de Sierra Nevada, a escasos cuarenta kilómetros. O, porque, mirando hacia al sur, las aguas del Cabo de Gata, azules y profundas, invitan a darse el chapuzón una vez saciada la sed de conocer uno de los parajes más inhóspitos de España y es en ello, precisamente, donde basa su atractivo turístico y un cierto hechizo que se manifiesta sobre todo a la caída de la tarde, cuando las sombras van lamiendo los montes y se quedan dormidas en las ramblas.
Para llegar al desierto y adentrarse en su misteriosa soledad nada mejor que seguir lo que ya la historia nos dice, cuando las legiones griegas, a quien deben el nombre de Tabernas, acompañaban a las legiones romanas en sus luchas guerreras por conquistar la Bética, partiendo desde las tierras de Guadix (Granada), atravesar la comarca del Marquesado llegando por la C-3326 hasta Gérgal que es la puerta del desierto y de triste recuerdo porque en su carretera fueron asesinados a tiros tres muchachos a quienes la Guardia Civil confundió como etarras. Hemos dejado atrás campos en sementera donde ya despunta como un manto verde la cebada y el trigo y en pocos minutos la vista se detiene en los pedregales, que no dunas, de Tabernas.
También se llega por la A-92 y en el cruce con la comarcal 3326, se desciende a la rambla de Tabernas y no hay espectáculo más bello que cuando lleva un hilo de agua y, entonces, sólo hay que sentarse en orilla y estar atento a observar la vitalidad de la naturaleza, porque los carrizos y las eneas muertas de sed reviven, como pequeños animales que se sumergen en sus aguas desde el galápago leproso, a la culebra de agua e incluso algún irreverente sapo de ojos saltones.
En este desierto, con más de 3.000 horas de sol al año y apenas una pluviometría de 250 litros por metro cuadrado y año, era lógico que se montara la Plataforma Solar de Tabernas y el Observatorio Astronómico de Calar Alto, dirigido por españoles y alemanes y que se puede visitar mediante cita previa. Desde el techo de Tabernas, junto a una "huerta" de paneles que captan los rayos de sol, dominado la sierra de Los Filabres, la de Gádor y la de Alhamilla, el viajero, en un día donde ha puesto a prueba su resistencia física, pero también su capacidad para apreciar una belleza distinta y la soledad tan sólo acompañada por las pisadas sobre los pedregales, se sienta para reposar. Ya no cabalgan los forajidos, tan sólo los sueños mientras que aparecen las primeras estrellas en noche cerrada y hacía años, muchos años, que no se extasiaba ante una noche en compañía de miles de estrellas y un leve rumor del viento.
- Para visitar: Poblado del Oeste (no siempre abierto), el pueblo de Tabernas, en el centro del Parque Nacional y el observatorio astronómico de Calar Alto (950 38 79 00). Información en Turismo de Almería (950 27 43 55)
- Para dormir: En Pechina Balneario de la Sierra de Alhamilla, edificio del s. XVII. Descanso y tranquilidad (950 31 74 13).
- Para comer: En Tabernas pueblo y en el Mini-Hollyvood, en la nacional 340. k. 471. Comida normal, hasta pizzas y hamburguesas. (950 36 52 36). Se puede bajar hasta Almería capital y a los Llanos de Alquián, con fama por sus arroces y pescados frescos.
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