Las víctimas exigen "verdad, reparación y justicia" y no ser usadas como "arma arrojadiza"
Pilar Manjón Gutiérrez, portavoz de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo (480 afiliados), llevó a la comisión de investigación del Congreso la voz, el dolor, la dignidad, la verdad y la cordura de los familiares de los 192 muertos (incluido el geo Francisco Javier Torronteras, asesinado en Leganés) y de los 1.500 heridos de la masacre de Madrid. La madre de Daniel Paz, asesinado en la estación del Pozo del Tío Raimundo, sobrecogió cuando reprochó a los partidos haber desenfocado la investigación en función de sus intereses y haber usado a las víctimas "como arma arrojadiza". Porque lo que reclaman las víctimas es solidaridad. "Todas nuestras peticiones se resumen en tres exigencias básicas: verdad, justicia y reparación, entendida como reparación moral, nunca económica, porque el dinero no nos abraza ni nos consuela". El silencio fue absoluto durante todo su parlamento. Los partidos hicieron suyo el discurso de Manjón.
"Si quedan responsabilidades por depurar, éstas corresponden fundamentalmente a quienes detentaban el poder en aquel momento. Es una obviedad irrefutable"
"Algunas personas debieron cometer graves errores para que los malditos pudieran preparar y llevar a cabo tamaña asesina tropelía"
Pilar Manjón, representante de los afectados de la matanza del 11-M, pidió en el Congreso "una nueva comisión de investigación" sin partidos políticos
La solicitud de su comparecencia había sido cuestionada, ya que el PP estaba reticente, al considerarla próxima a la izquierda. Luego, su intervención estuvo a punto de desarrollarse a puerta cerrada. Poco antes de comenzar la sesión, tras varias conversaciones entre los portavoces de la comisión, decidieron que Manjón y Francisco José Alcaraz, presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, comparecieran a puerta abierta. Esos titubeos merecieron un reproche de Manjón: "Ha habido quien ha tratado de vetar esta comparecencia; el último paso en el intento de quitarnos la voz, de deslegitimarnos, de someternos a su juego político y de intentar encasillarnos en tal o en cual opción política. Ésa no es nuestra guerra".
Guerra entre partidos
Esa guerra entre partidos la calificó de "política de patio de colegio", y la definió después: "En esta comisión han discutido sobre quién habló de qué, cuándo se informó, de circunstancias, manejos, manipulaciones, desinformaciones, confidentes, desconfianzas, circunloquios y periferias; han hablado, señorías, de ustedes. Nosotros, nuestros familiares, no han estado en esta casa. Hoy, por primera vez se hacen un hueco, mal que les pese a ustedes, que preferirían seguir utilizando a las víctimas como arma arrojadiza".
Ni hubo una voz, ni un gesto de los representantes de los partidos. Mucho menos, cuando recriminó las "actitudes de aclamación, jaleos y vítores" oídos en la comisión, que los han llenado "de desolación y amargura en el mayor grado posible. ¿De qué se reían, señorías?, ¿qué jaleaban? ¿qué vitoreaban en ésta su comisión?", afirmó. "No utilicen las víctimas con fines partidistas; somos bandera de unión, y esa unión se las pedimos a ustedes", sentenció.
A su juicio, la comisión, tal y como está concebida "debe acabar", pero determinando "los instrumentos necesarios que hagan imposible la repetición de tan insufribles hechos". Pero debe abrirse otra: "Exigimos de manera contundente y explícita la creación de una nueva comisión de investigación formada por personas independientes y expertos, sin partidos políticos, con personas que, libres de intereses partidistas, ayuden a la ciudadanía a entender qué pasó, que delimiten las irresponsabilidades que procedan y propongan las necesarias reformas".
Hartazgo
Pilar Manjón expresó el hartazgo de las víctimas ante las "acusaciones sin pruebas" y ante "quienes tiran la piedra y esconden la mano". Lo hizo para subrayar que si alguien tiene algún dato no investigado debe llevarlo al juez. "La frivolidad con que se alardea sobre determinadas autorías nos causa perplejidad. Si se sabe que los autores no están lejanos, se deben aportar las pruebas ante el juez".
Pero, sobre todo, mostró la desolación que les produce que no se asuman responsabilidades. "Si esta comisión maneja datos y errores reales, basados en datos comprobables, seguimos esperando las disculpas y la asunción de responsabilidades. La asunción de responsabilidades para nosotros significa dimisiones de cargos policiales, institucionales y de aquellos a quienes les corresponda. Si quedan responsabilidades por depurar, éstas corresponden fundamentalmente a quienes detentaban el poder en aquel momento. Es una obviedad irrefutable".
Éste es el motivo por el que quieren conocer "qué mecanismos fallaron, quiénes nos avisaron y quiénes les ignoraron, quiénes son los responsables". Eso es lo que les interesa, no qué sucedió entre el 11 y el 14 de marzo. "Nada más lejos de las inquietudes de las víctimas", que esos días buscaban a sus muertos y heridos, los lloraban y enterraban. "Queremos saber", precisó, "qué pasó entre el 11 y el 14 de marzo; también después, porque no pudimos vivirlo. Pero sobre todo nos interesa saber qué ocurrió antes". Y resumió su percepción: "Tramas de tráfico de explosivos que no se investigan, informes que avisaban de la inminente amenaza terrorista, falta de medios para investigar a los presuntos terroristas, falta de policías, traductores, presupuesto, en definitiva; falta de voluntad política para prever lo que se nos venía encima después de haber pasado a convertirnos en objetivo terrorista. (...) Algunos debieron cometer graves errores para que los malditos pudieran llevar a cabo tamaña asesina tropelía".
Manjón recordó el calvario que pasó para encontrar a su hijo, cómo en la morgue improvisada en el Ifema se llamaba a las familias de "forma vergonzosa por megafonía"; la ausencia de cargos institucionales, salvo "para hacerse la foto"; su recorrido "de ventanilla en ventanilla"; los "fallos en la atención a las víctimas, la descoordinación absoluta". Por ello pidió que se creen comisiones independientes para evaluar qué falló y mejorarlo, y que se constituya un órgano único de coordinación de la atención a las víctimas, justo lo que poco después el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció que el Consejo de Ministros va a aprobar mañana.
El último escarnio
El último escarnio lo sufrieron frente al Congreso, por parte de algunos manifestantes que apoyaban a José María Aznar, mientras éste intervenía en la comisión de investigación. "No nos sirve para nada el pretendido dolor de quienes no son capaces de hacer autocrítica, y mucho menos el comportamiento de quienes cegados por el odio y la frustración insultaron a nuestros seres queridos a las puertas de esta Cámara. Quienes el 29 de noviembre nos ultrajaron probablemente el 12 de marzo se manifestaron en Madrid. Sólo nos consuela pensar que, uno a uno, ninguno aguantaría ni cinco segundos la mirada de una madre y repetirnos que nos metiéramos nuestros muertos por el culo".
La portavoz reprochó a los medios de comunicación el uso de las imágenes de la barbarie. "Por encima del derecho a la información está el derecho de los ausentes a su intimidad. Cada vez que aparecen las imágenes nos sumergimos en el dolor. Señores directores de periódicos, de agencias de prensa, de informativos, permítanos dudar de su sensibilidad". Manjón exigió un uso ético de las imágenes y que se investiguen "las responsabilidades" de quienes filtraron las que están bajo secreto sumarial.
También dirigió reproches a la Justicia, especialmente por el juicio del menor condenado por tráfico de explosivos. Se preguntó cómo es posible que por quemar un cajero automático "en otros lugares del país" se aplique la ley antiterrorista y por colaborar en el tráfico de explosivos en esta matanza se aplique la Ley del Menor, más favorable al reo y, además, se pacte la sentencia. "Estupefactos estamos ante la impunidad de los culpables confesos, cuando asistimos al juicio entre las risotadas del inculpado, de la madre y de su abogado", añadió.
Manjón no aceptó preguntas. No hicieron falta. Los grupos políticos pidieron disculpas, expresaron su solidaridad y vinieron a decir "mensaje recibido". Y prorrumpieron en un cerrado aplauso.
"Yo fui a votar cuando aún no tenía el cadáver de mi hijo"
Pilar Manjón, nacida en Cáceres en 1958, sólo se permitió una intervención personal durante su comparecencia en la comisión del 11-M, porque todo lo que dijo estaba en el discurso que había pactado la Asociación 11-M-Afectados por el Terrorismo, a la que representa. Fue al final, después de pedir disculpas a los diputados porque en algún momento se le quebró la voz, cuando habló en primera persona.
Después de haber escuchado el reconocimiento, la solidaridad y las disculpas de todos los grupos parlamentarios, una vez más con la voz debilitada por el recuerdo de su hijo Daniel y el resto de víctimas, dijo: "Señorías, me van a perdonar porque ahora es una frase absolutamente personal: son ustedes mi Parlamento, porque con el mayor dolor que puede tener una madre, el día 14, cuando aún no me habían dado el cadáver de mi hijo, yo fui a votar. Ustedes me representan, a mí y al resto de las víctimas. Tienen ustedes la obligación de hacer que los ciudadanos de este país, con su consenso, estemos seguros, porque los nuestros ya no van a volver. Eviten que vuelva a pasar otro atentado en nuestro país como el que nosotros estamos pasando. Muchas gracias".
Fue el colofón de la intervención de esta mujer, separada y madre de dos hijos, residente en el barrio de Vallecas, a quien los terroristas le asesinaron a uno de sus "niños", Daniel Paz, de 20 años, estudiante de segundo curso de Educación Física.
Manjón, con estudios de Ingeniería Técnica Agrícola, es desde 2000 miembro de la ejecutiva regional de CC OO de Madrid, sindicato al que está afiliada desde 1978, según fuentes de la central. En la actualidad trabaja en un organismo público dependiente de la Secretaría de Estado de Defensa, aunque lleva nueve meses de baja: desde el 11 de marzo. Tras la matanza sufrió un calvario buscando a su hijo. Encontró su cadáver en Ifema.
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