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Reportaje:OFENSIVA TERRORISTA CHECHENA | Asalto a un colegio

Un orgulloso pueblo de las montañas

La guerra chechena es la prolongación de la resistencia contra Rusia en el siglo XIX

Los últimos 10 años de guerra en Chechenia son, en realidad, una prolongación de la resistencia que vienen oponiendo los belicosos chechenos desde que Rusia se lanzó a la conquista de esa zona montañosa del norte del Cáucaso en el siglo XIX. Las rebeliones, desde entonces, se han sucedido unas a otras en cuanto las condiciones lo han permitido. Los tiempos soviéticos no son una excepción: Stalin expulsó a todo el pueblo a las estepas de Asia Central durante la II Guerra Mundial, pero algunos continuaron la resistencia y el último rebelde checheno combatió hasta los años setenta del siglo pasado. La perestroika y la democracia llevaron al poder a Dzhojar Dudáyev, un general nacionalista que, aprovechándose del proceso de desintegración de la URSS, declaró la independencia de Chechenia en noviembre de 1991. Nada ha podido doblegar a ese orgulloso pueblo montañoso, ni siquiera la política de "tierra quemada" aplicada por Alexéi Yermólov. Este general zarista del imperio ruso no sólo eliminaba aldeas enteras por su supuesta simpatía por los rebeldes, sino que ordenaba quemar todos los campos para condenar a los supervivientes a morir de hambre. También tomaba numerosos rehenes que ejecutaba en venganza de sus oficiales muertos. Pero, aunque derrotados, y su población fuertemente mermada, los chechenos volvían a alzarse periódicamente en cuanto se sentían con suficientes fuerzas para ello y el poder central se debilitaba.

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La guerra desatada en 1994 por Borís Yeltsin fue una aventura a la que se lanzó el entonces presidente ruso después de que los militares le prometieran una victoria fácil y rápida, que garantizaría el aumento de su popularidad, que había caído a niveles mínimos. La realidad resultó muy diferente, y la pesadilla para los rusos comenzó en la Nochevieja de ese año, con una carnicería de los soldados que trataron de entrar en Grozni con sus tanques.

Aquella campaña terminó con una derrota para los rusos en 1996. A principios del año siguiente, se realizaron elecciones presidenciales en Chechenia -reconocidas por el Kremlin y las organizaciones europeas-, en las que ganó Aslán Masjádov, que era jefe del Estado Mayor de las fuerzas independentistas.

Los chechenos obtuvieron así la oportunidad de demostrar que eran capaces de construir un Estado libre y democrático, pero la desperdiciaron. Comenzaron las rencillas entre los diferentes grupos y clanes, la república se convirtió en refugio de delincuentes de toda índole, los secuestros de personas -técnicos, periodistas, extranjeros- para obtener fuertes rescates económicos se pusieron a la orden del día y se convirtieron en un gran negocio. Mientras tanto, el wahabismo -ideología musulmana extremista- cobraba cada vez más fuerza.

En septiembre de 1999, Shamil Basáyev, un comandante guerrillero integrista, lanzó una incursión armada contra la vecina Daguestán: sus planes eran crear un gran Estado islámico en el Cáucaso ruso. Pero Basáyev no encontró el apoyo que esperaba.

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Vladímir Putin, un funcionario prácticamente desconocido para el gran público, que en agosto había sido nombrado primer ministro, organizó la segunda guerra y las tropas rusas entraron en territorio checheno el primero de octubre. De pretexto sirvieron tanto la incursión de Basáyev como los atentados contra edificios de viviendas en Moscú y otras ciudades, atribuidos a la guerrilla chechena.

Putin llegó al poder porque la gente, horrorizada después de las explosiones en los edificios de viviendas, prometió acabar con el terrorismo. Periódicamente, bajo su Gobierno, este mal ha crecido como mala hierba.y la seguridad ciudadana en lugar de verse reforzada es cada día más precaria. Los separatistas, conservando su poder de combate, han apostado principalmente por el terrorismo, ante el que las autoridades rusas han resultado impotentes, como lo demuestra la actual ola de atentados que está azontado el país.

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