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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La prueba de junio, una lección inútil

La prueba extraordinaria de la ESO : la lección más inútil de este curso escolar. Digo inútil, pero podría haberle dado otros calificativos menos amables: irracional, absurda, antieducativa, antipedagógica y vergonzosa.

Resulta que una vez reunidos los profesores para evaluar a los alumnos (evaluación ordinaria), a aquellos que no hayan superado los niveles mínimos programados -por supuesto, después de haberles realizado las correspondientes tareas de recuperación a lo largo del curso escolar-, hay que darles una nueva oportunidad, ¡la Prueba extraordinaria! Por cada asignatura, y alumno, los correspondientes profesores hemos de elaborar un informe, por escrito, donde consten los objetivos y contenidos no superados, y una propuesta de actividades de recuperación, es decir, la famosa prueba extraordinaria. Eso sí, los chicos tienen ¡3 días¡ para prepararla.

Una vez realizadas, los mismos profesores volvemos a reunirnos.(evaluación extraordinaria). Creo que es bastante evidente que esto no es bueno para los chicos, porque les crea unas falsas expectativas. Además de inútil, es antieducativo y antipedagógico; estamos dándoles a entender que el trabajo diario no sirve de nada, que en tres días de "trabajos forzados" puede conseguirse lo mismo que en todo un curso de trabajo y esfuerzo constante. Lo de "absurdo e irracional", cae por su propio peso.

Y, por último, me gustaría explicar por qué digo también "antiecológica y vergonzosa": ¿Saben cúanto papel, tinta y desgaste de fotocopiadora genera la tal mencionada prueba?

El informe que se ha de entregar por asignatura y alumno puede ocupar de uno a 40 folios (los he contado); o sea, un total de 60 a 80 folios por curso. Multipliquen ahora por el total de cursos de la ESO que hay en cada instituto y, luego, sumemos los de todos los institutos de Andalucía... Y, en fin, me da también vergüenza cuando pienso en aquellos países donde los niños no tienen ni un lápiz, sólo una pizarra vieja; pero, en cambio, un afán por aprender que ojalá pudiéramos algún día todos los que vivimos en nuestra próspera y derrochadora sociedad, inculcar a nuestros chicos y chicas.

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