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Reportaje:

Pesadilla en Wall St.

La voracidad del país asiático para demandar materias primas recalienta los mercados

George Becker, cuando presidía hace cuatro años el sindicato United Steelworkers of America, imaginó un día en el que la industria siderúrgica estadounidense se vería "devastada" por la competencia de China. Su augurio estuvo a punto de hacerse realidad hace unos meses cuando el sector se enfrentó a una situación de escasez de materia prima mundial de hierro y carbón de coke por el apetito de la economía china, que impidió a las acerías utilizar su capacidad de producción. Pero lo que preocupa ahora es lo contrario, es decir, una brusca caída en la demanda que acabe echando por tierra los precios.

En Wall Street se le conoce ya como el "síndrome chino" y, de no ser por la escalada de violencia en Irak, sería la mayor pesadilla de los operadores del New York Mercantil Exchange (Nymex). China se veía hasta hace pocos meses como un país netamente exportador. Y lo sigue siendo a pesar de la importante subida de las ventas estadounidenses hacia ese país, del 24,3% en 2003. Gran parte de ese aumento se debe a un mayor flujo de materias primas y componentes industriales hacia la otra orilla del Pacífico. Y es precisamente su voracidad para engullir estos productos lo que está provocando que ahora se vea desde EE UU a la principal economía de la región del sureste asiático con otra perspectiva.

El precio del aluminio arrancó el año en 75,50 dólares. En la tercera semana de abril superó los 88, es decir, 23 dólares más que el año pasado
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El apetito chino no se limita sólo al petróleo, sino que abarca también a productos necesarios para alimentar su espectacular tasa de crecimiento. Pero igual que a comienzos de año preocuparon las consecuencias que podía tener su expansión económica en industrias como la siderúrgica, ahora lo que se teme es el recalentamiento en determinados sectores y una caída brusca de la demanda. "China es una gran economía y cualquier cosa que allí pase tiene un impacto en la región y, por lo tanto, en el resto de la economía mundial", afirman desde Oppenheimer Asset Management.

La volatilidad y la especulación se han adueñado de los mercados de commodities durante los últimos seis meses, hasta el punto de que se reconoce que en ocasiones los operadores reaccionaron con exceso ante el factor chino. El precio del aluminio, por ejemplo, arrancó el año en 75,50 dólares, diez más que en enero de 2003. En la tercera semana de abril de este año el indicador del Nymex para este mineral se colocó a su nivel más alto al tocar los 88,65 dólares, 23 más que el mismo periodo del año precedente. A esta escalada en algo más de cuatro meses le siguió una corrección que llevó el precio del aluminio hasta los 75,30 dólares en sólo 20 días.

La misma evolución se observó en el cobre, que el 19 de abril se pagaba a 136,80 dólares y un mes después caía hasta los 114,45 dólares, para colocarse a niveles de comienzos de año. Los metales industriales no son los únicos afectados por esta ola especulativa. Hay productos agrícolas, como la soja, que también han sufrido importantes caídas después de que Pekín decidiera controlar la expansión de su economía. Los contratos para julio han bajado un 45% después de ver cómo se duplicaban los precios en marzo.

El mineral del hierro, el níquel, el cemento, el trigo, el algodón o el arroz también han abandonado ya los máximos de mediados de abril. Es exactamente la tendencia opuesta a la que se está registrando en los productos energéticos, que se achaca en parte al boom económico chino.

El banco de inversiones UBS acaba de revisar a la baja los precios de los metales industriales porque considera que "muchos especuladores se han salido del mercado". Esa revisión reduce en un 18% el precio del níquel y en un 11%, el del cobre. A pesar de este cambio, se señala que la economía china seguirá creciendo a un ritmo más sostenido en 2004, "por lo que la demanda seguirá siendo fuerte". "De eso no hay duda", añaden, restando dramatismo a los rumores en Wall Street que hablan de un estallido de la burbuja china a raíz de las nuevas medidas gubernamentales.

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