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Reportaje:

Muere el árbol de Gernika

Los vascos se quedarán meses sin su símbolo hasta plantar otro roble

Tras 146 años, el roble que simboliza los fueros vascos ha muerto. La ola de calor del pasado verano ha dado la puntilla al árbol de Gernika -el tercero de los que han presidido la Casa de Juntas en la villa vizcaína-, cuyo estado arrastraba graves problemas desde 1970, y deberá ser sustituido a principios de 2005 por otro roble. Aún no ha sido seleccionado entre los que las autoridades vizcaínas tienen plantados en granjas especiales, pero ya se sabe que tiene 15 años.

El cambio será traumático: durante unos meses, el recinto donde los reyes de España tenían que jurar los fueros vascos y donde todos los lehendakaris han jurado sus cargos con una fórmula ancestral ("Ante Dios humillado, en pie sobre la tierra vasca...") se quedará sin árbol. Es necesario, además de extraer el actual roble, regenerar todo el suelo donde se asienta, contaminado por los hongos que le hirieron de muerte. Las Juntas de Vizcaya (Parlamento provincial) plantaron en 1979 otro roble en la parte trasera del templete donde se ubica el símbolo de las libertades de los vascos. Iba a ser su sustituto, pero el mismo mal le ha afectado seriamente y los planes han quedado frustrados.

El caluroso verano de 2003 dio la puntilla al centenario roble, que fue plantado en el año 1858

El roble muerto era ya la tercera generación. El primero fue el más longevo y se mantuvo durante cerca de 450 años, entre el siglo XIV y 1811. Su hijo tuvo una vida similar al actual, entre 1742 y 1892.

El árbol que aún preside la Casa de Juntas se plantó en 1858, según el análisis de sus anillos de crecimiento. En 1990, el entonces presidente de las Juntas de Vizcaya, Antón Aurre, preocupado por el estado del roble, encargó un exhaustivo trabajo de investigación a la empresa Ingenica.

Los presagios se confirmaron: llevaba unos 20 años enfermo, con graves daños estructurales. El principal culpable era el hongo Armillaria mellea, "el peor de los que puede tener un árbol y que necesita un combate muy serio", dijeron entonces los responsables de Ingenica. Ataca a los tejidos y rompe los circuitos de conducción del agua que alimenta las ramas. La afección se complicaba porque los mayores daños se hallaban en el cuello de las raíces, donde conectan la parte aérea y subterránea del roble.

"Había entrado en la curva de la muerte", señalan los técnicos. El plan de tratamiento iniciado en 1992 permitió evitar su extinción ese mismo año,como se ha sabido ahora. Se sanearon las oquedades visibles en el tronco, se instalaron cables entre las ramas que durante varios años le dieron una imagen futurista del roble y el entorno se rodeó con conducciones de agua, complementadas con equipos como un ordenador que controlaba los caudales aportados y una estación meteorológica digital completa instalada al pie del árbol. El tratamiento permitió una recuperación aceptable, aunque hubo que reducir su copa de manera considerable y su corteza muestra los daños sufridos. Pero el "sistema circulatorio" quedó reducido al 11% de su potencial capacidad.

El caluroso verano de 2003, con las temperaturas más elevadas "que se han registrado instrumentalmente desde 1861", según dijo ayer la presidenta de las Juntas, la peneuvista Ana Madariaga, terminó de apuntillar al centenario roble. Ha sufrido algo parecido a una embolia en un hombre, al estrangularse los vasos de savia.

Todas las hojas se marchitaron, pero el efecto no se ha podido certificar hasta la llegada de la primavera, cuando se vio que no rebrotaban. "Ha finalizado su ciclo vital", añadió Madariaga, quien se negó a usar la palabra muerte: "Yo me quiero quedar con la idea del árbol eterno. Se ha acabado un ciclo y empezamos otro. Ha pasado varias veces en la historia. Es un hecho que nos ha tocado en esta legislatura y nos toca dar vida y plantar un nuevo árbol a futuro".

De momento, cuando llegue el invierno, los visitantes de la Casa de Juntas se encontrarán con un enorme agujero. Una vez regenerada la tierra, en enero se espera plantar el cuarto árbol de Gernika.

Un jardinero fumiga el mítico árbol ante la Casa de Juntas.
Un jardinero fumiga el mítico árbol ante la Casa de Juntas.

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