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HISTORIAS DEL 'CALCIO' | FÚTBOL | Internacional
Columna
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La 'táctica Daucik'

Enric González

Las cosas no van bien en Italia. La economía se estanca, los precios aumentan, hay bronca por Irak, el terrorismo da miedo y el fútbol va a la ruina.

La clase política dedica la jornada laboral a tirarse los trastos a la cabeza. La cosa es tan seria que el presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, ha tenido que efectuar esta semana una declaración tranquilizadora: "Yo nunca he dejado de estar de acuerdo conmigo mismo". ¡Ufff, menos mal!

Pero no basta. Hacen falta soluciones profundas. E Italia, país imaginativo y fértil, parece dispuesta a recurrir a una fórmula revolucionaria y procedente de los anales balompédicos: la llamada táctica Daucik.

No muchos recordarán a Fernando Daucik, un técnico checo que llegó al fútbol español a principios de los años 50 y que, a lo largo de dos decenios, entrenó a muchísimos clubes. El hombre conocía su oficio y ganó títulos. Pasó a la historia, sin embargo, por sus innovaciones de pizarra, ocasionalmente excéntricas.

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Con el Barcelona decidió inventar la táctica del fuera de juego en un partido contra el Espanyol, el 15 de abril de 1951: los azulgrana perdieron por 6-0. Con el Madrid colocó a un defensa, Etura, como delantero centro nada menos que en Old Trafford: los blancos perdieron por 3-0.

En una final europea, el 2 de julio de 1952, los jugadores barcelonistas optaron por borrar la pizarra de Daucik: ganaron, claro.

Hoy en día, se conoce como táctica Daucik el rasgo de genialidad técnica por el que todos los futbolistas intercambian sus funciones sobre el campo y... a ver qué pasa.

En eso está Italia. Los entrenadores han empezado a encargarse de la política. Óigase, por ejemplo, a Fabio Capello, el del Roma: "Creo que hay una lucha intestina en cierto partido en el que falta el jefe y todos se mueven para ganar espacio; Roma les proporciona una gran visibilidad".

Capello habla de la Liga Norte, el partido federalista, pero no se le entiende nada: puro clasicismo político.

Al entrenador del Lazio, Roberto Manzini, le va más el lenguaje regeneracionista: "Hay demasiada demagogia en los juicios, un moralismo excesivo y fuera de lugar".

A divertirse todos

¿Y qué hacen los políticos? Ocuparse del calcio, por supuesto.

Massimo d'Alema, el presidente de los Demócratas de Izquierda (ex comunistas), segundo partido del país, opina: "Son intolerables las manifestaciones de hostilidad por parte de miembros del Gobierno contra los equipos romanos".

En esto, como en otras cosas, tiene ventaja Berlusconi, que lleva años inspirándose en Daucik y lo mismo hace las alineaciones del Milan (dice) que preside el Gobierno. Il Cavaliere llega a la síntesis total: "El Milan sigue venciendo y divirtiendo; yo, ahora, tengo intención de hacer que mi Gobierno venza y os divierta a todos".

Mamma mia!

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