"Yo no invento, encuentro"
La biografía de Josep Maria Espinàs (Barcelona, 1927) reúne actividades tan variadas como la abogacía, la canción (fue uno de los fundadores de la nova cançó), el periodismo (lleva más de 25 años publicando un artículo diario en los periódicos), la novela, el cuento, la traducción y los libros de viajes (alguno en compañía de Camilo José Cela). La publicación de A peu per la Costa da Morte (La Campana), el último de sus viajes, coincide con el inicio de la Biblioteca A Pie de Pipa, con la que la editorial Edhasa inicia la traducción completa de sus 16 viajes. En esta ocasión, el viaje transcurre por la costa atlántica de Galicia, en mayo de 2003, en pleno poschapapote. Espinàs se mueve a pie, con su inseparable pipa y con una actitud que queda resumida en esta afirmación: "Me gusta más compartir que comprender".
"No quiero ser ciudadano del mundo: quiero ser extranjero".
"La Costa da Morte es un paisaje independiente, aislado, tierra de naufragios y emigración, sin vecinos ni referencias humanas. Allí se vive frente al más allá, y eso produce cierta inquietud, una intensa sensación de soledad y de indefensión". La voluntad de Espinàs sigue siendo la misma que le ha llevado a recorrer el País Vasco, Andalucía, Castilla o el Pirineo: "Quería saber qué había detrás de las postales". En Galicia encontró un sentimiento ubicuo de fatalidad y frases que, de repente, le sugerían muchas reflexiones, como cuando alguien le dijo: "Aquí hacemos mucho la maleta".
¿Por qué sigue optando por ir andando en lugar de ir en coche? "Ir andando me proporciona el tiempo que necesito para llegar a los lugares que visito. Así consigo que el tiempo del que dispongo no devore el lugar elegido y viceversa. Ando por la mañana y, lentamente, voy dejando atrás todo lo que he recorrido la víspera. Me separo del pasado mientras convierto el camino en presente y, al mismo tiempo, me dirijo hacia el futuro inmediato del próximo pueblo". Uno de sus métodos consiste en dejarse ver por la plaza del pueblo y esperar a que le digan algo. "Es importante dejar claro que eres forastero, pero no intruso. El forastero es aceptado, el intruso despierta recelo. La gente se me abre porque soy discreto. No llego a la plaza en coche y dando un portazo. Y quizá porque no pregunto nada la gente me cuenta cosas". Espinàs, al que sus editores, Isabel Martí y Daniel Fernández, compararon con Josep Pla, es contrario a la condición, atribuida a tantos viajeros, de ciudadano del mundo. "No quiero ser ciudadano del mundo: quiero ser extranjero. Si fuera ciudadano del mundo, no podría salir al extranjero. Todos vivimos dentro de nuestro cascarón y el viaje a pie rompe este cascarón para entrar en otro que no es el tuyo y que te permite olvidar tu propio mundo". Es, en el fondo, un papel de explorador. "La diferencia es que yo no exploro tierras lejanas ni me juego la vida, sino que exploro tierras cercanas que me permiten descubrir el respeto por la diversidad y la pluralidad de costumbres. Para eso no hacer faltar ir al Polo Norte".
La pluralidad también es idiomática y permite descubrir que la España plural es más una definición política que real, ya que, en ocasiones, surgen brotes de incomprensión. "A veces parece que lo que no se entiende no existe. Un día oí a alguien comentar que el vasco no era un idioma porque no se entendía. Como el alemán para los que no saben alemán, pensé". La ironía, pues, está presente en esa distancia que Espinàs mantiene con los territorios que recorre. "La ironía o la melancolía de algunas expresiones gallegas es sorprendente. En realidad, creo que he regresado al sentido etimológico de la palabra inventar. Inventar significa encontrar. La invención, pues, es un hallazgo. Yo no invento, encuentro. Y la gente es tan amable de proporcionarme todo el material para que luego yo lo estructure y le dé una coherencia literaria".
La Costa da Morte le deparó sorpresas. Al movimiento de solidaridad que generó el hundimiento del Prestige le siguieron unas elecciones que, sorprendentemente para muchos, ganó el PP. "Junto a grupos de gente muy activa y preparada, la realidad es como es. A algunos voluntarios les ocurrió algo parecido a aquellos misioneros que llegaban al Camerún sin tener ni idea del lugar en el que iban a predicar. Nos dé rabia o no, el chapapote ha producido un movimiento de dinero subvencionado que contrasta mucho con la dureza, la resignación y la fatalidad a las que obliga la vida de los pescadores. Después de generaciones de sometimiento a la arbitrariedad de la pesca, las ayudas del chapapote cambiaron muchas mentalidades. Veremos qué ocurre cuando se cierre el grifo. Una de las actitudes de los habitantes de esta zona es la resignación, que compensan con un humor muy especial, que a veces roza el sarcasmo".
Espinàs ya maneja nuevos proyectos, todavía por definir. Pero algunas cosas están claras: "Yo no soy excursionista, y no me gustan los atajos. Si buscas los atajos acabas mirándote sólo los pies. Por la carretera, en cambio, tienes vista y horizonte. No se viaja sólo con los pies, también se viaja con la mirada y escuchando el sonido del mar, el silencio o lo que me cuenta la gente".
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