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Entrevista:ENRIQUE DE CASTRO | Cura de El Pozo | MATANZA EN MADRID

"Tras la tragedia, los jóvenes vuelven a pelear"

Miquel Noguer

Enrique de Castro sigue siendo, a sus 61 años, uno de los curas rojos que mantiene vivo el espíritu luchador de los barrios de El Pozo y Entrevías. Sus batallas contra la exclusión social, los efectos de la droga y la especulación urbanística han hecho que en el barrio se le considere sucesor del padre Llanos, el gran defensor de las libertades y los derechos de los vallecanos durante el franquismo.

Pregunta. Los atentados del 11-M se llevaron a casi decenas de vecinos del barrio y su entorno, ¿cómo cambia esto la vida de una comunidad ya de por sí castigada?

Respuesta. Hoy tenemos los mismos problemas que teníamos hace unos meses: falta vivienda, faltan expectativas para nuestros jóvenes, no se combate la droga como se debería hacer... pero hoy hay algo que empieza a cambiar. Soy más optimista porque, aparte de la tragedia, veo algo tan bueno como que la gente joven vuelve a pelear.

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P. ¿Qué le hace pensar esto?

R. En mi propia casa, donde tengo acogidos a jóvenes que nunca se habían interesado lo más mínimo por la política, hubo un gran barullo cuando vimos que el Gobierno nos estaba engañando con la autoría del atentado. Fueron los propios chavales los que me dijeron que pensaban ir a manifestarse ante la sede del PP y también me sorprendió cuando, al día siguiente, se fueron a votar seguramente por primera vez en su vida. Querían y quieren cambiar las cosas.

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P. ¿Teme que la convivencia entre las diferentes comunidades del barrio se degrade tras los atentados?

R. No, no creo que pase nada. En el fondo todos nos conocemos. Yo mismo he leído el Corán en mis actos litúrgicos, venimos celebrando ceremonias ecuménicas desde hace mucho tiempo y vamos aprendiendo que todos tenemos el mismo dios. Pero sí hay que intentar calmar los ánimos, pues no pueden tolerarse situaciones como la que me contaron el otro día, en la que un chico del barrio tuvo que enseñar al resto de pasajeros del tren lo que llevaba en su bolsa. Creían que tenía una bomba por el simple hecho de ser magrebí.

P. En la misa de ayer, usted quiso dejar bien claro que la religión no tenía nada que ver con el 11-M.

R. Efectivamente, lo ocurrido en los trenes no tiene nada que ver con Dios, lo hemos provocado las personas. Para mí, el terrorismo se crea con otro terrorismo y lo que hace Bush en algunos países como Irak es terrorismo puro y duro. El problema es que siempre acaban pagando los pobres. Lo pagaron en Irak y lo han pagado en Vallecas.

P. ¿Por qué no quiso subir al altar en la eucaristía conjunta que celebraron ayer las parroquias de El Pozo y Entrevías?

R. Porque quería estar donde siempre, abajo y con la gente. Pero la parroquia de San Carlos Borromeo, donde yo trabajo, estuvo presente en la misa con un texto que leímos al final.

P. ¿Le cuesta hablar de perdón ante los familiares de las víctimas?

R. A menudo se utiliza la palabra perdón en el sentido más bobalicón del término. Perdonar no es decir que yo te perdono porque soy más justo que tú. El perdón significa liberar una conciencia de culpa. Pero yo voy más allá y pienso que el perdón para mí significaría perdonarme a mí mismo por si en algún momento he aplastado a alguien que ha acabado reaccionando con violencia para defenderse.

P.

¿Cree que la lucha contra el terror debería articularse en torno a este pensamiento?

R. Lo que está claro es que la pobreza y la marginación está en la base de esta forma de violencia. Lo que llamamos simplemente terrorismo tiene nombres y apellidos, tiene personas que lo alentan desde el propio poder por sus ansias de riqueza y de controlarlo todo.

P. ¿Cómo digerirá Vallecas lo acontecido en los últimos días?

R. Dentro de tres meses, de todo esto sólo se acordarán aquellos que perdieron a alguien en la tragedia. Los otros olvidarán progresivamente y sólo se acordarán cuando haya una nueva catástrofe cerca. Las cosas son así.

Enrique de Castro.
Enrique de Castro.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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