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El piloto nunca sospechó su fatal error, según el responsable de la investigación

Juan Carlos Sanz

Abrumado por la responsabilidad, el ingeniero de aviación Umit Çendek tartamudea a veces. "Es mi primer gran accidente, con cuatro países implicados [Turquía, España, Ucrania y Rusia] y más de setenta muertos", reconoce de entrada el subdirector general de Aviación Civil.

Prefiere permanecer mudo o sonreír antes que admitir que no va a responder a una pregunta. "Hasta dentro de dos meses, cuando tenga los resultados definitivos, no voy a poder decir nada. Nos exponemos a que se malinterpreten los datos", puntualiza.

"Todavía estamos completando la investigación, analizando los resultados de las informaciones, que ya hemos terminado al 80% o 90%. Antes de que se cumpla el primer aniversario del accidente

, presentaremos el informe final", advierte el presidente de la Comisión Técnica Internacional que investiga las causas por las que se estrelló el Yak-42 de la compañía ucrania UM Air.

Avión de origen ruso

"Falta muy poca cosa por estudiar, pero hay que analizar los detalles. El hecho de que se tratara de un avión de fabricación rusa ha complicado la investigación; en Turquía sólo tenemos aparatos occidentales y el Yakovlev-42 no nos resulta familiar".

Çendek insiste en que aún hay que interpretar los datos para poder establecer una causa oficial del accidente aéreo. "Todavía no hay un resultado definitivo, pero la tesis más probable es la de un error del piloto" en la maniobra de aproximación al aeropuerto de Trabzon. "El piloto creía que iba en dirección al aeropuerto... pero dirigió el avión hacia las montañas".

El subdirector general turco sostiene que el aparato llevaba suficiente combustible para poder continuar viaje hasta Ankara si el aterrizaje en Trabzon hubiese resultado imposible. "La prueba está en el incendio que se produjo al estrellarse el Yak-42 contra las montañas", afirma.

"Todo fue una decisión personal del piloto, que siempre creyó que todo iba bien y nunca llegó a sospechar que pudiera ocurrir algo terrible". El responsable de la investigación asiente cuando se le recuerda que la caja negra que debía grabar las conversaciones de la cabina no funcionó.

Hace unos meses tuvo que rectificar unas declaraciones a medios de comunicación españoles en las que planteó la hipótesis de que uno de los pilotos estuviese ebrio. "No es correcto decir que los pilotos pudieron haber ingerido bebidas alcohólicas antes del siniestro", rectifica. "El cuerpo del primer piloto o comandante resultó carbonizado y el copiloto no presentaba alcohol en sangre", asegura.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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