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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Parón científico

El País

Algunos de nuestros científicos más prestigiosos, reunidos a instancias de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, han lanzado una nueva llamada de atención sobre las carencias de nuestro sistema de ciencia y tecnología. La escasez de recursos, el estancamiento producido en la última década, la descoordinación, los retrasos en la financiación, la falta de transparencia y las dificultades burocráticas son algunos de los males denunciados.

Aznar prometió incrementar los recursos dedicados a I+D en nuestro país, de acuerdo con el compromiso de la cumbre de la UE de Lisboa. Pero es una promesa que ha quedado incumplida, desperdiciando la ocasión propiciada por la buena situación económica para dar un gran impulso a la investigación, o por lo menos continuar el experimentado en los ochenta. La creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología se ha saldado con un fracaso. No ha habido aumento de los recursos ni coordinación con otros ministerios, especialmente Sanidad y Educación, aunque sí con Defensa. Y los ministros del ramo han sido siempre personas desconocedoras del mundo científico. Prueba de la mala gestión es que, a estas alturas del calendario, los investigadores no han recibido todavía el 70% de los fondos aprobados para este año. También, los continuos cambios en las condiciones de financiación de proyectos o en su evaluación.

Un pacto de Estado en la materia, como proponen algunos científicos, serviría para dar estabilidad a la política científica, pero no hay que esperar a que se produzca para tomar medidas urgentes por parte de este Gobierno y por parte del que lo suceda. Y si no fuera por la triste experiencia de promesas hechas y no cumplidas, podría incluso pensarse que sería saludable un debate real y un contraste entre opciones políticas sobre su visión de la ciencia y el esfuerzo público necesario para mejorar nuestros estándares en investigación científica y desarrollo tecnológico.

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El caso es que se ha perdido demasiado tiempo y el objetivo de la UE para 2010 de dedicar el 3% del PIB a I+D resulta ya inalcanzable. Aumentar los recursos orientados a ese campo no sólo permitiría atender a los grupos que han demostrado sobradamente su calidad científica, dotar de medios a las nuevas generaciones de investigadores mejor formadas que nunca antes en nuestra historia y fomentar nuevas iniciativas, como plataformas tecnológicas solventes, bien mantenidas y abiertas, o estructuras que faciliten el flujo de ideas y de proyectos entre investigadores y emprendedores. Sería también una condición para una mejora de la productividad, punto débil de nuestra economía, de la que depende buena parte de nuestro futuro.

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