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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otros frentes del sida

Un reciente estudio del Banco Mundial concluye que el sida puede provocar en zonas de África un colapso económico de gran envergadura si no se adoptan medidas drásticas para detener el avance de la pandemia. La muerte prematura de los enfermos y los desbarajustes afectivos familiares son sólo una cara de la terrible enfermedad que estallara hace dos décadas. La otra, sobre la que el Banco Mundial hace ahora una seria prospección, es que puede llevar a la ruina a países enteros al cercenar la capacidad de trabajo de las generaciones jóvenes y privar a los descendientes de los recursos educativos que harían de ellos personas productivas.

Suráfrica, por la abundancia de datos, es el ejemplo mejor estudiado, con conclusiones alarmantes. El presidente, Thabo Mbeki, mantiene respecto a la enfermedad -que padecen cinco millones de sus compatriotas y donde el número de seropositivos ha saltado en poco más de una década del 1% al 20%- un punto de vista incompatible con la modernidad. Pese a reconocer en un estudio todavía no divulgado oficialmente que podrían evitarse casi dos millones de muertes hasta el año 2010 medicando a todos aquellos que lo necesitasen, el Gobierno surafricano, al hilo del oscurantismo científico abanderado por Mbeki, sigue sin adoptar políticas de choque.

Si el colapso vaticinado para varias economías subsaharianas puede resultar exagerado a juicio de algunos expertos, resulta evidente que el sida yugula el crecimiento de los más pobres en magnitudes muy superiores a las previamente estimadas. El informe del organismo especializado de la ONU eleva hasta un 5% la posible reducción del PIB en los países más afectados, lo que en el transcurso de pocos años puede llevar a la miseria total a economías ya en el límite de la precariedad.

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Contra este telón de fondo, la Cámara de Representantes de EE UU ha echado el primer jarro de agua fría al compromiso de Bush para combatir globalmente la enfermedad, reduciendo en un tercio los 3.000 millones de dólares que en su reciente gira africana anunció Bush para el próximo ejercicio. El África subsahariana es el escaparate más siniestro del sida, pero su crecimiento en los países en vías de desarrollo otorga una importancia vital a la contención de la pandemia allí donde su prevalencia es aún baja. Está en juego no sólo la salud individual, sino el mismo mantenimiento del sistema económico.

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